𝓨𝓸𝓾𝓻 𝓕𝓸𝓻𝓶𝓾𝓵𝓪 𝓞𝓯 𝓛𝓸𝓿𝓮 •𝓛𝓲𝔁𝓳𝓲𝓷 •

ೀAdiós primavera

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El sol se asomaba por el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos que se desvanecían en un suave naranja. Era una mañana de otoño perfecta, una de esas que prometen ser mágicas, y en el parque donde Hyunjin y Yongbok solían pasar el tiempo, todo parecía en su lugar. El aire fresco traía consigo el crujir de las hojas caídas y el suave aroma de las flores tardías que aún resistían el cambio de estación.

Hyunjin estaba sentado en un banco, observando a los niños jugar y a las parejas pasear de la mano. Se sentía diferente en este nuevo capítulo de su vida, donde no solo había superado sus miedos en matemáticas, sino que también había encontrado a alguien que iluminaba su mundo de una manera especial. De repente, una sombra lo cubrió, y levantó la vista para encontrarse con la sonrisa radiante de Yongbok.

-¡Hola, Flor! -saludó Yongbok, inclinándose para darle un suave beso en la frente.

Hyunjin sintió cómo su corazón daba un vuelco. -Hola, Mariposa -respondió, sonriendo de vuelta. La calidez de la mañana se veía reflejada en sus miradas, y un cosquilleo de felicidad recorrió el cuerpo de Hyunjin.

Yongbok se sentó a su lado, y sin pensarlo, Hyunjin se acurrucó contra él, buscando su calor. Los dos estaban cómodos, como si el tiempo se hubiera detenido solo para ellos. La conexión que habían creado a lo largo de los meses les había permitido ser sinceros el uno con el otro, y eso les hacía sentir inseparables.

-No puedo creer que ya estamos en otoño -comentó Yongbok, acariciando suavemente el brazo de Hyunjin.

-Sí, el tiempo ha volado -dijo Hyunjin, mirando las hojas que caían de los árboles. -Es curioso cómo antes tenía miedo de decirte lo que sentía. Siempre con esta misma emoción en mí, como el primer día que te conocí.

-Y ahora estamos aquí -respondió Yongbok, inclinándose para capturar los labios de Hyunjin en un dulce beso. El mundo a su alrededor se desvaneció, y solo existía el suave roce de sus labios, como si estuvieran en su propio universo. Cuando se separaron, Yongbok sonrió, sus ojos brillantes. -Mi corazón está latiendo.

Hyunjin sintió que su rostro se sonrojaba, pero no pudo evitar sonreír. -El mío también -respondió, su voz casi un susurro. La intimidad de esos momentos los llenaba de una alegría que parecía inagotable.

Se abrazaron, permitiendo que el mundo continuara girando mientras ellos compartían su espacio, disfrutando de la calidez de sus cuerpos. Hyunjin se sentía seguro en los brazos de Yongbok, como si nunca quisiera salir de allí. La vida, con todas sus complejidades, se sentía más simple cuando estaban juntos.

-Mi corazón está mirándote -dijo Hyunjin, su mirada fija en los ojos de Yongbok-. Antes de darme cuenta, la primavera ya pasó y el otoño ha llegado. Me alegra que estés aquí conmigo.

-Siempre estaré aquí, Hyunjin. Nunca lo dudes -Yongbok apretó un poco más su abrazo, y Hyunjin se sintió completamente en casa. -Cada estación trae algo nuevo, pero lo que más deseo es seguir creando recuerdos contigo.

El aire fresco se llenó de risas y susurros, y la atmósfera se volvió mágica, como si las hojas doradas de los árboles danzaran a su alrededor. Yongbok se inclinó nuevamente y besó a Hyunjin en los labios, un beso suave y tierno, lleno de promesas y anhelos.

-Quiero que sigamos explorando juntos, cada día, cada momento -dijo Yongbok, su voz cargada de emoción.

-Yo también -respondió Hyunjin, sintiendo una mezcla de amor y gratitud. No solo por lo que Yongbok había hecho por él, sino por ser la persona que había hecho que su vida se sintiera completa.

Con un nuevo sentido de esperanza, ambos se levantaron del banco, tomados de la mano mientras caminaban por el parque. Los árboles de colores vibrantes les recordaban que cada cambio de estación también significaba nuevas oportunidades. Su amor estaba floreciendo en el otoño, un amor que habían construido juntos, con paciencia y cariño.

Y así, mientras el sol comenzaba a esconderse en el horizonte, Hyunjin y Yongbok caminaron juntos, listos para enfrentar lo que el futuro les deparara. Lo único que sabían era que, pase lo que pase, lo harían juntos, siempre tomados de la mano, como dos almas que se habían encontrado en medio de la confusión y la belleza de la vida.

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