Nueve.

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Narra Kylie:

El día siguiente:

Abrí los ojos y miré a mi alrededor, mientras todo pasaba de estar borroso a claro. Estaba en mi cuarto. Suspiré y me incorporé en la cama. Me rasqué el ojo derecho con la palma de mi mano derecha y miré a mi derecha. (Oh, cuánta derecha) A mi lado, dónde debería estar Lydia durmiendo, no había nadie, pero estaba la sábana arrugada, dejando claro que había dormido aquí.
Me levanté y caminé lentamente hasta el baño. Entré a éste y me miré en el espejo.

Suspiré al ver mi pelo y lo recogí en una coleta mal hecha, ya que me daba pereza peinarme. Me lavé la cara y me aseé.

Maldecí cuando me di cuenta de que me había llegado la regla y bufé pensando en que por eso me dolía tanto el vientre.

Lo peor de todo, es que el primer y el segundo día de mi periodo estaba insoportable a más no poder, y de muy mal humor. Pero no era mi culpa, era porque el dolor de barriga era más (y muy) intenso estos dos días.

Salí del baño y bajé por las escaleras de mi casa lentamente. Parecía una abuelita de 80 años por lo lenta que iba, pero de verdad que estaba hecha una mierda.

Cuando llegué a la planta baja, encontré a Lydia sentada en el sofá, bebiendo un brick de zumo y toqueteando su móvil.

Como la cocina y el salón estaban conjuntos en la misma gran habitación, pasé por su lado para llegar a mi objetivo: la cocina.

—Buenos días. —Susurré desganada volviéndome a rascar el ojo derecho.

—Oye, Kylie... ¿Tú sabes lo que ha sido de Alison? —Preguntó mi amiga ignorándome.

—Buenos días. —Repetí llegando a la cocina.

—Buenos días. Di.

—¿Qué? —Pregunté confundida ahora que ya me había dado los buenos días.

—Que si sabes dónde está Alison y si está bien —dijo riendo Lydia.

—Ah —dije abriendo el frigorífico para coger el brick de leche— no, no lo sé.

—¿No? ¿Y eso? ¿No le has preguntado ni has hablado con ella? —Preguntó de nuevo caminando hacia donde yo estaba.

—Hmm... No. —Dije yo sin más a la vez que sacaba un vaso de la estantería.

—¿Y eso? —Siguió preguntando. Me encogí de hombros mientras echaba la leche en el vaso.

Metí el vaso en el microondas y lo puse medio minuto, ya que no la quería muy caliente. Mientras se calentaba, fui a la despensa a coger algo de picar, o sea, galletas. Suspiré al coger la caja y ver que estaba absolutamente vacía. Acto seguido hice una mueca y me acerqué a Lydia.

—¿Te has comido todas las galletas? —Pregunté mirándole, aunque ella estaba mirando su móvil, de nuevo.

—¿No has hablado con ella porque estáis enfadadas?

—¿Te has comido todas mis galletas?

—Di.

—No, di tú.

—Sí, tu hermana y yo.

—¡Sois unas gordas! —Exclamé justo cuando el microondas sonó. Me acerqué a él y saqué el vaso.

—Contéstame tú.

—Ay, Lydia, qué pesada —dije ya algo molesta—. Ni que Alison fuera ahora tu mejor amiga.

—No, pero tú sí y ella es tu amiga.

Ignoré su comentario. No me apetecía hablar ahora de por qué no quedaba o hablaba con Alison, básicamente porque no había un por qué, y si lo había, al menos yo no lo sabía.

Unpredictable (TERMINADA 1ª PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora