Cincuenta y ocho.

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Narra Kylie:

Suspiré mientras bajaba a la planta baja de la casa y me sentaba en el sofá del salón.
Lauren y Harry bajaron detrás de mí.

—Voy a darme una ducha —dijo Harry antes de volver a subir por las escaleras derrotado.

Lauren se dejó caer en el sofá a mi lado, y se pasó las manos por el pelo, el cuál yo ya llevaba recogido en un moño mal hecho.
Suspiré y apoyé la cabeza en el respaldo del sofá mientras cerraba los ojos.

Dos días llevaba Marie "enseñándonos la belleza de la naturaleza", y dos días que parecía que estaba intentando joderme como mejor podía.
Quizá yo estaba un poquito paranoica por lo que hablamos Lauren y yo, y por el hecho de que Marie pareciera una modelo, pero realmente lo había pasado mal con las actividades que hacíamos.

El primer día nos fuimos a la granja de Marie.
La madre de Ashton, Ashton y ella, se encargaron de alimentar a los caballos.
Y a Lauren, Harry y a mí, nos tocó cuidar de las gallinas.
No fue nada agradable correr por el corral y taparme la cara con las manos mientras esas condenadas bolas blancas con plumas volaban mientras cacareaban.
Al llegar a la casa, los hermanos de Ashton y yo tuvimos que hacer una cadena.
Mientras Harry me quitaba plumas, yo se las quitaba a Lauren, y a Lauren se las quitaba su madre.
Por no hablar de los algunos arañazos que me dejaron en la cara las gallinas con sus afiladas garras de ave.

El segundo día, fuimos a pasear por el bosque.
Los seis íbamos tranquilos, hasta que Harry se despistó y Lauren y yo fuimos a buscarlos.
Ashton y su madre no se enteraron de nuestra ausencia porque, al parecer, Marie les estaba contando una interesante historia que nosotros ignorábamos.
Cuando encontramos a Harry y retomamos el sendero, habíamos perdido a Ashton y su madre.
Y entonces nos cruzamos con un jabalí. No me preguntéis qué hacía un jabalí por la mañana en la montaña, pero ahí estaba.
Comenzamos a correr esquivando ramas, troncos y piedras, hasta que apareció Marie, y como la heroína que es (nótese la ironía), le espantó.

Y de nuevo, cuando volvimos a casa, tuvimos que volvernos a quitar hojitas, ramitas y demás cosas de la montaña que se habían quedado en nuestro pelo a causa de la huida del jabalí.

—Tengo muchísimas agujetas —susurré al cabo de unos minutos de silencio.

—Yo igual, no me apetece ni desayunar —oí suspirar a Lauren.

—¡Buenos días! —exclamó Ashton mientras bajaba por las escaleras animadamente.

Nos dio un beso a mí y a su hermana en la frente, y caminó a la cocina.

—Hola —gruñimos Lauren y yo al unísono.

—Uy, qué mal despertar. ¿Habéis desayunado? —preguntó mientras sacaba alimentos de la cocina.

Rodé los ojos levemente y me levanté del sofá. ¿De verdad que no se estaba dando cuenta de lo que Marie estaba haciendo?

—Yo no tengo hambre, me vuelvo a la cama —susurré caminando hacia la escalera.

—Pero esta tarde hemos quedado con Marie para pasear a caballo todos —dijo Ashton mirándome.

Me giré hacia mi novio y le miré durante unos segundos. No me apetecía nada irme a montar a caballo, para que seguramente mi caballo, de forma totalmente casual, me diera una coz en el culo, o se volviera loco conmigo encima que hiciera que acabara en el suelo con las dos piernas rotas.
Lo siento, pero no.

Unpredictable (TERMINADA 1ª PARTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora