Orejas de asno

38 4 5
                                    

Diana y yo guiamos a Andrew y a Frank por el campus de la academia, sin ambos dirigirnos la palabra una sola vez.

—Entonces, ¿tú y Diana se conocen desde niños, eran amigos de la infancia? —le preguntó Frank a Andrew. Ellos dos caminaban detrás de Diana y de mí.

—Nos conocimos en la casa de veraneo de mi familia, cuando yo era pequeña, pero para ser honesta, no recuerdo que hayamos sido "amigos" —le dijo Diana a Frank.

Hasta ese momento, yo no me había metido en ninguna conversación de esos tres. Bueno, para ser justos, el único que hablaba era Frank. Diana y Andrew solo respondían preguntas.

—Pasaste todo el verano obsesionada con tus estudios sobre la magia —dijo Andrew— no te acercabas a nadie y te la pasabas metida en tus libros.

—En realidad, yo era muy popular. No como tú —le contestó Diana con mordacidad— quizá no pudiste notarlo porque estabas muy ocupado haciendo el papel de niño rico y mimado.

—Es cierto, no lo noté —admitió Andrew— no es como que estuviera muy interesado en una niña obsesionada con prácticas anticuadas e inservibles como la magia.

—¡Andrew...! —lo reprendió Frank.

—La razón por la que Luna Nova tiene problemas financieros es natural —siguió, sin hacer caso a su amigo— las cosas inútiles desaparecen tarde o temprano.

—Andrew, por lo que dices... —dije mientras paraba de caminar. Me di la vuelta para confrontar a Andrew— deduzco que este recorrido por la academia tampoco es de tu interés. Entonces, te invito amablemente a comprarte una tortuga y andarte bien despacito a la concha de tu madre.

—Suficiente —dijo Diana, poniéndose en medio de nosotros dos— volvamos a la fiesta. —Me volvió a ver con odio.

Nos dispusimos a volver en silencio, un silencio incómodo... Un silencio triple. Volvía a ser de noche en la posada Roca de Guía... Perdón, libro equivocado.

—¿Qué es eso? —preguntó Frank.

Volví a ver donde él señaló con su dedo.

Mierda, es Akko. Esa chica no puede estar quieta ni un segundo. La acababa de ver escondiéndose detrás de uno de los pilares que estaban frente a nosotros, pero lo suficientemente alejados para que Frank no haya distinguido bien lo que vio.

—No se preocupen, yo iré a ver —dije apresuradamente.

Dejé a los tres atrás y fui hacia el pilar donde Akko se había escondido.

—Akko, ¿qué crees que haces? —le dije en voz baja cuando por fin la vi.

Ella dio un sonoro grito, pero de inmediato la agarré y le tapé la boca con mi mano. La jalé y la arrinconé contra una puerta cercana, la cual estaba en la posición idónea para que no nos vieran desde el lugar donde dejé a Diana y los dos invitados.

—¡No grites! Te van a escuchar. —Le quité mi mano de su boca lentamente.

—Mikey, ¿qué... haces aquí? —me preguntó Akko en voz baja.

—Estaba dándoles un recorrido a dos chicos. Hijos de los invitados de la fiesta —le expliqué— un momento, ¿por qué tienes orejas de conejo?

Akko se llevó sus manos a sus orejas. De seguro había tenido un accidente practicando el hechizo de transformación, el mismo que tuvo en clase.

—Oí un grito ¿Qué está pasando...? —escuché la voz de Andrew.

Giré mi cabeza para verlo, estaba parado frente a nosotros dos, con una expresión de sorpresa.

El Primer, Único e Inigualable Brujo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora