Dragónico Antiguo

74 10 8
                                    

La clase de pociones siempre me da un mal rollo qué flipas, en especial por la peculiar profesora Lukic. Ella sí parece el estereotipo de bruja convencional de los cuentos de hadas, solo le hace falta tener un gato negro.

La profesora nos puso a elaborar nuestra primera poción. Ya había preparado unas cuantas en el pasado con ingredientes y utensilios robados, pero eran unas muy sencillas y la mayoría no me salieron muy bien que digamos.

—Azúcar... flores... ¡Y muchos colores!

Akko echaba ingredientes aleatorios a su caldero, cosa que ya me estaba inquietando.

—Akko, ¿no crees que...?

Pero antes de que yo pudiera acabar la frase, la mezcla del caldero de Akko explotó, llenando su rostro de la viscosa color rosa que ella misma había hecho.

—Volviste a desperdiciar los ingredientes —le dijo Sucy.

—Falló porque agregaste algo que no debías —añadió Lotte.

—Pero es mejor que tenga buen sabor —contestó Akko mientras se limpiaba la cara con sus manos.

—Estamos en clase de pociones, no de gastronomía —le dije, arqueando una ceja— creo que te equivocaste de curso.

Desvié la mirada y vi a nuestra compañera de clases, Constanze, haciendo la poción en una... ¿Una licuadora? Pues... sí, era una licuadora.

—Oye, Constanze. —Akko llamó su atención y se acercó a ella— eso no parece un artículo de una bruja.

Constanze ni le hizo caso. Ella jamás, en todo este tiempo, había dicho una sola palabra. Asumo que simplemente es muda, porque sorda no es, ya que entiende a la perfección cuando alguien le habla.

—¿Quieres una? —le preguntó Jasminka a Akko, ofreciéndole una galleta.

Jasminka es... no sé. Se la pasa comiendo en clases y se ve bastante amigable, aunque casi no he hablado con ella.

—Jasminka, ¿por qué no te tomas las cosas en serio? —la reprendió Akko, pero Jasminka la ignoró por completo.

—Uy, miren quien habla... —dije yo, respondiendo al comentario que había hecho Akko.

Ella me volvió a ver y me sacó la lengua en un gesto infantil.

—No tenemos que tomarnos esto en serio —dijo Amanda, la chica de cabello color salmón que había participado en la carrera de relevos tiempo atrás.

Ella, Jasminka y Constanze eran compañeras de habitación. Se puede saber debido a que llevan una cinta color verde oscuro en sus cinturas, al igual que Akko, Lotte, Sucy y yo llevábamos una color rosa. Yo la usaba como si fuera un cinturón.

—¡Qué quieres decir con eso! —exclamó Akko con el ceño fruncido ante lo que le dijo Amanda.

—Tú eres la burra de la clase, así que no entiendo porqué eres tan entusiasta —dijo Amanda, encogiéndose de hombros— ni siquiera sabes volar una escoba.

—¡Cómo te atreves a insultarme así!

—Cierra la boca, suenas como un perro ruidoso.

—¡¿Qué dijiste?!

Akko empujó la silla donde Amanda estaba sentada, haciéndola caer al suelo.

—¡¿Qué diablos crees que haces?! —exclamó Amanda, levantándose rápidamente.

—¡Arreglo tu mal comportamiento! —le contestó Akko.

—¡Tú no tienes qué arreglar nada en mí! —replicó.

El Primer, Único e Inigualable Brujo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora