Me cago en el Conde Hanbridge

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La profesora Badcock nos hizo tomar a toda la clase una prueba. La idea era que lograramos dominar un hechizo básico de transformación.

Cada una pasaba frente a toda la clase y realizaba el hechizo contra un ratón, la idea era transformarlo por completo en cualquier otro animal.

Todas mis compañeras lograron hacer el hechizo, algunas mejor que otras.

Cuando llegó el turno de Diana, todas empezaron a poner más atención. Yo también, pero no es porque me interese lo que fuera hacer ella, solo quiero ver como lo hace para poder hacerlo mejor.

Metamorphie Faciesse —recitó el hechizo.

El ratón se convirtió en un majestuoso pavo real macho. Sus hermosas plumas coloridas resplandecían como si estuviesen hechas de algún metal precioso. Después de unos segundos, el pavo real volvió a ser el pequeño ratón que era antes.

Las alumnas le aplaudieron a Diana, pero ella no les hizo ni caso.

—Excelente, Diana —dijo Badcock mientras apuntaba algo en una libreta que tenía en las manos- lo hiciste de maravilla.

Diana se dio la vuelta para volver a su asiento, pero antes de eso, me lanzó una mirada llena de suficiencia.

No se dan una idea de cuanto odio a esa perra necia.

No me sostuvo la mirada por mucho tiempo antes de volver a su asiento. Diana cree que yo haría algo menos impresionante que lo que hizo ella, pero no. Voy a hacerlo aún mejor.

—Michelangelo Ambrosius —me llamó Badcock mientras veía la lista— es su turno.

Con la varita en mano, caminé hacia el frente de todo el salón. Apunté con la varita hacia el ratón que estaba encima del escritorio de la profesora, la cual me veía atentamente.

—Metamorphie Faciesse.

Lancé el hechizo hacia el ratón, el cual se transformó en un ejemplar bebé de Draccus Común.

—Impresionante —dijo Badcock cuando el Draccus volvió a transformarse en un ratón— lograr transformar un animal en otra especie que ni siquiera existe es algo complicado. Muy bien hecho, Michelangelo.

Sí, el Draccus Común no existe. Para el que no entienda, es una especie ficticia de reptil herbívoro. Sale en un libro que leí hace no mucho.

Volví a ver a Diana con disimulo y una sonrisa. Mientras volvía a mi asiento, le di una última mirada para sacarle la lengua, ella solo me frunció el ceño en señal de enojo.

—Ahora, por último... Atsuko Kagari —dijo Badcock.

Volví a ver a Akko, ella estaba a mi lado.

—Anda, tú puedes —le dije, dándole unas palmaditas en el hombro para motivarla.

—Puedes hacerlo, Akko —dijo Lotte, también intentando motivarla.

—Yo puedo —dijo Akko.

Ella se levantó y caminó decidida hacia el escritorio de Badcock. Cuando llegó, sacó su varita y apuntó al ratón, cerró los ojos y recitó el hechizo.

—Creí que por primera vez haría algo bien —dijo Sucy.

—Sí... yo también —le contesté.

De alguna manera que no logro comprender, Akko hizo que el hechizo en vez de ir al ratón, fuese directo a ella, resultando en qué sus orejas cambiaran, pasando a ser largas, peludas y puntiagudas, como las de un asno.

—¡¿Pero qué?! —exclamó ella, tocándose las orejas— ¡MIS OREJAS!

El salón estalló en carcajadas.

—No puedo creer que aún no domine ni lo básico de un hechizo de transformación tan simple —dijo Badcock, viendo a Akko con desaprobación y los brazos cruzados— Atsuko Kagari, deberá dominar el hechizo para esta noche.

—¿Esta noche? —preguntó, volviendo a ver a la profesora mientras aún tenía sus manos en sus orejas de asno— pero se supone que hoy hay una fiesta.

—Así es —confirmó la profesora— tendremos una fiesta de bienvenida por la visita del Conde Hanbridge.

Ah, sí. Se me había olvidado. No estoy muy interesado en eso, la verdad, aunque me gustaría saber porqué alguien como él vendría a Luna Nova, ¿qué tiene que ver ese tal Conde Hanbridge con la academia?

—También escuché que su hijo va a venir... —dijo Hannah, la cual estaba sentada en la fila de adelante, al lado de Bárbara y Diana.

—Sí. Es el Vizconde de Appleton, se llama Andrew —dijo Bárbara— oí que es de los más inteligentes de la prestigiosa escuela a la que va, pero también es muy apuesto.

Esa descripción me da vibras de que será una versión masculina de Diana, quizá hasta más insoportable.

—Señorita Kagari —dijo Badcock, llamando la atención de Akko— usted no podrá asistir a la fiesta, ya que tendrá que quedarse en su habitación hasta dominar el hechizo Metamorphie Faciesse.

—Está... bien... —dijo Akko con tono triste y con la cabeza gacha.

Ojalá yo también pudiera quedarme en la habitación. Sería mucho mejor estar relajado en mi cama y haciendo absolutamente nada en vez de ir a esa fiesta. Me cago en el Conde Hanbridge.

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Otro pinche capítulo corto. Voy a publicar otro más, nomás porque me acabo de comer una pizza familiar yo solito y ando de buenas.

El Primer, Único e Inigualable Brujo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora