Solo por hoy

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Llegamos a la mansión del Conde Hanbridge. No pregunten cómo... Agujeros de guión, supongo.

No podíamos entrar por el portón sin una invitación, por lo que cometimos vandalismo y entramos a escondidas.

Usé magia de transformación para crear una puerta de piedra en uno de los muros que rodeaba la mansión, y así entramos. Sigilosos, como ninjas. Sin ser vistos por nadie.

Una vez dentro, todo fue más fácil. Solo fuimos hacia la gran puerta de la mansión y nos la abrieron para dejarnos entrar.

Todo se veía extremadamente lujoso, como típica casa cliché de persona rica. Había muchas personas adentro, todas vestidas de forma muy elegante.

Y yo, con una sudadera naranja y unos pantalones negros, ¿qué puedo decir? No me gusta vestir saco y corbata, ni aunque tuviese dinero para comprar eso.

—Oye, Akko. Ahora que lo pienso... ¿no crees que Andrew nos reconocerá apenas nos vea? —le susurré— por lo de aquella vez...

—Oh... es cierto —me respondió, igual en voz baja.

Y hablando del rey de Roma.

En medio del gran salón, estaba Andrew, rodeado de muchas personas las cuales parecían felicitarlo por... ¿Qué era lo que había sucedido? ¿Un premio por ser buen estudiante o algo así, no?

Así que nos quedamos a un lado, apartados e intentando pasar desapercibidos. Aunque de vez en cuando algunas personas me lanzaban miradas furtivas, probablemente por mi ropa para nada adecuada a la situación.

Yo no le di mucha importancia y me puse a comer el gran pastel que había en la mesa. Estaba delicioso.

Mientras comía, iba pasando mi mirada entre los allí presentes. Probablemente la gran mayoría de los que estuvieran ahí, solo estaban fingiendo interés por el logro de Andrew. A la gente así le gusta mantener las apariencias, aunque tengan que fingir o mentir. Ese tipo de personas no me agradan para... nada...

... Qué hermosa...

... Eh... esto...

¡Mikey, la narración!

Ah, sí... Lo siento.

Debo admitir que me quedé embobado por un momento, pero, ¿cómo no estarlo?

Frente a mí pasó una hermosa chica rubia. No le vi el rostro, ya que pasó de espalda. Llevaba un vestido color celeste que resaltaba las curvas de su esbelta figura, y llevaba el cabello rubio atado en un elegante moño.

La seguí con la mirada. Ella se acercó a Andrew para probablemente felicitarlo al igual que las demás personas y-

¡MIERDA, NO!

¡ES DIANA! ¡RETRACTO TODO LO DICHO ANTERIORMENTE!

—Miren, son Andrew y Diana —dijo Lotte— esos dos se ven muy bien juntos.

—Son de familias nobles. Son de un mundo muy diferente al nuestro —agregó Sucy.

—Ambos son igual de desagradables, son el uno para el otro —opinó Akko.

Habría dicho algún comentario ingenioso, pero, maldita sea, todavía estoy analizando que llegué a pensar en que Diana es atractiva.

No, no, no. Debí de estar ciego momentáneamente ¿En qué diablos estaba pensando? ... Un momento.

Ya nos vieron.

—Tengo que ir al baño —dije mientras me levantaba a la velocidad de la luz de la silla.

El Primer, Único e Inigualable Brujo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora