El Primer, Único e Inigualable Brujo

El puto amo

¡¿Qué hacía aquí esa maldita escoba, por qué estaba en Luna Nova?! ¡La última vez que la vi estaba encadenada!

—Michelangelo, retírate. —Esa voz...

Vi hacia un lado. Era Diana, ella estaba volando por encima de mí en su escoba.

—¿Qué? —dije, desconcertado.

—Casi mueres en esa caída. No sé cómo te has salvado, no te vi usando una varita... —Negó con la cabeza— no importa. Debes retirarte, no tienes escoba. Ve a que te revisen, por si acaso te hiciste daño.

—¡Claro que no! —repliqué— no me voy a retirar ¡Voy a ganar!

Ella me dio una mirada de desaprobación y molestia para luego irse y continuar la carrera.

Gruñí. Ella... Diana... tenía razón, no tengo escoba, no podía continuar la carrera así.

Pero puedo conseguir otra.

—Tú me tiraste, tú me harás ganar.

Apunté hacia el cielo con mi dedo anular, hacia la dirección donde estaba volando la Shooting Star.

—Uzumaki —recité el hechizo.

Una esfera del tamaño de un balón de fútbol se formó delante de mi dedo, estaba hecha por ráfagas giratorias de magia pura que giraban haciendo la forma esférica.

Y la lancé.

No sin antes vincular mi propio cuerpo hacia el hechizo y anular los efectos de atracción de los otros objetos que no estuvieran vinculados. Es una locura, sí, pero el que tenga miedo a morir que no nazca-

¡AAAAHHHH!

¡SOY UN MALDITO SUBNORMAL! ¡MALDITA SEA, POR TODOS LOS DIOSES DE TODAS LAS RELIGIONES QUE EXISTEN Y QUE EXISTIERON INVENTADAS O NO POR SERES HUMANOS!

Ah, sí, es cierto. Tengo que seguir describiendo. Bueno, sigamos: ¡ESTOY VOLANDO A TODA VELOCIDAD HACIA LA DIRECCIÓN DONDE LANCÉ EL HECHIZO!  La comentarista se puso a decir varias cosas que no escuché porque en esta situación no estoy para poner atención a eso. El hechizo que lancé me estaba atrayendo únicamente a mí, y yo estaba usando constantemente el hechizo Protego para no acercarme mucho al hechizo, porque si no me comprimiría hasta la muerte.

Llegué hasta la Shooting Star, que volaba como si fuese un pájaro por el cielo y la agarré del fierro metálico que hacía como palo de escoba. El Uzumaki se deshizo. Hice esfuerzos y me monté en la Shooting Star para luego pararme sobre ella y empezar a reír histérico como buen niño con problemas mentales que soy.

Shooting Star se empezó a mover de forma errática, intentando tirarme de ella, pero, aplicando los principios que usé para crear el hechizo Uzumaki de atracción, pude hacer lanzar un pequeño Uzumaki, del tamaño de una canica, y lo mantuve firme en el centro de la escoba. Igual que hice con anterioridad, vinculé mi cuerpo y anulé la atracción para todo objeto o ser vivo que no estuviera vinculado al hechizo, así que solo me atraía a mí, esto hizo que mis pies se clavaran con firmeza en el palo metálico de la escoba por la atracción. Mantener activo el hechizo hasta llegar a la meta sería cansado, pero todo sea por ganar.

—¡AVANZA! —le dije.

Sin esperar a que me hiciera caso, lancé un Uzumaki completo hacia adelante, esta vez sin vinculaciones. Fuimos atraídos hacia el hechizo a gran velocidad y utilicé un Protego antes de que yo y la escoba nos hiciéramos picadillo.

Shooting Star comenzó a volar en dirección a la que antes fue atraída.

Es demasiado rápida. Demasiado.

Dejamos atrás a todas las competidoras de forma muy fácil gracias a la velocidad tan alta que poseía la escoba, y yo me iba riendo como verdadero maniático.

La comentarista seguía diciendo cosas, pero otra vez no estaba poniendo mínima atención.

Frente a mí logré divisar a Diana, iba de primera, yo de segundo.

—¡Oye, esa es mi escoba!

Giré mi cabeza. Amanda, la chica que habían regañado la vez pasada en clase de vuelo.

¿Acaso acaba de decir que es su escoba? No, obviamente no es suya. Quién sabe a qué se refiere, pero no me voy a poner a pensar en eso.

—¡Amanda O'Neill, quedas descalificada. Llevas una dona en vez del testimonio! —dijo la profesora Nelson, que apareció salir de la nada. Se puso frente a Amanda y no la dejó continuar.

¿Una dona, por qué carajos lleva una dona? No importa.

Debo ganar.

Sentía que Shooting Star iba cada vez más rápido, casi alcanzando a Diana. Cuando por fin la alcancé, ella me vio desconcertada.

—¿Pero qué...?

Sin embargo, no le dio tanta importancia y siguió volando, intentando adelantarme.

Casi estábamos llegando a la meta.

Llegamos donde se extendían las gradas. Escuché los gritos de los que estaban ahí presentes y la voz amplificada de la comentarista.

—¡MIKEY, TÚ PUEDES! —escuché un grito de Akko. Debía estar en las gradas— ¡TIENES QUÉ GANAR! —gritó con todas sus fuerzas.

Estábamos a punto de llegar a la meta, pero, no sé cómo, Diana me estaba adelantando.

¡¿Cómo carajos logras superar la velocidad de una escoba legendaria?! No lo sé, pero Diana Cavendish podía.

—Buen intento, Cavendish —le dije a Diana, la cual seguía a mi lado. Aún no me había adelantado del todo— pero yo gané. —Sonreí de oreja a oreja.

Ella me vio de reojo, desconcertada.

Cuando estábamos a punto de llegar a la meta, salté. Sí, salté de una escoba en movimiento a una velocidad inimaginable.

Cuando me lancé de la Shooting Star, la escoba se descontroló y chocó contra Diana, haciéndola perder velocidad por sus intentos de volver a tomar equilibrio.

Yo caí al suelo... ¡AY, ESO DOLIÓ!

Rodee como un desgraciado. Probablemente esto me dolería por un par de días, pero no importa, porque...

—¡EL GANADOR ES MICHELANGELO AMBROSIUS! —anunció la comentarista.

Abrí los ojos con lentitud. Al parecer, mi plan funcionó. Rodee hasta llegar a la meta antes que Diana.

Lo logré. Gané. En sus caras, perras.

—¡SOY EL PUTO AMO! —grité, gastando las últimas fuerzas que me quedaban.

Mi visión estaba borrosa. Mierda, ¿me iba a desmayar?

Logré divisar vagamente los rostros de mis amigas. Ellas habían corrido de inmediato hacia mí.

—Lo logré, chicas... —dije con mi último aliento.

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Se vienen tres capítulos seguidos, ¿por qué? Porque me pica el culo.
Espero que te haya gustado lo que acabas de leer, sea quien seas.

Yo fui F Green, su escritor anónimo de confianza. Me lees en el próximo capítulo.