Una abeja que enamora

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—¿"Una abeja que enamora"? —preguntó Akko.

Mis amigas y yo habíamos salido a la ciudad ese día. Fuimos hacia una heladería y nos sentamos en las sillas que estaban afuera, en la terraza.

Sucy sostenía un pequeño frasco de cristal en sus manos. Dentro había una abeja de apariencia bastante extraña. Era mucho más grande que las normales, y tenía un aguijón enorme.

—Ordené una abeja venenosa por correo, pero me enviaron esta por error —explicó Sucy— quien sea picado por la abeja, se enamorará de la primera persona que vea.

—¿Vas a devolverla? —le preguntó Lotte.

—Eso creo —contestó.

—Pero ya que tienes la abeja, ¿por qué no la probamos? —sugirió Akko.

Las tres se voltearon a verme.

—¿Y por qué yo? —pregunté frunciendo el ceño— coman mierda. Háganlo con Akko.

—¡Conmigo no! —replicó de inmediato.

Me incliné sobre la mesa para acercarme a Akko. Alcé mi mano y se la pasé por la mejilla, quitándole la mancha de helado que tenía.

—Pareces una niña pequeña —la reprendí.

Ella frunció el ceño e hizo un pequeño puchero.

—Oh, miren. Son ustedes.

Akko y yo nos volteamos para ver quién hablaba. Eran Hannah y Bárbara, las amigas de Diana, esta última mencionada iba con ellas.

—Qué desagradable sorpresa —dije para luego soltar un suspiro.

—¿Por qué llevan esos vestidos tan elegantes? —preguntó Akko.

Era cierto, Hannah y Bárbara iban vestidas como si fueran a ir a un desfile de modas. Diana no.

—Nos invitaron a una fiesta muy exclusiva en la mansión del Conde Hanbridge —contestó Hannah con aires de grandeza.

—Su hijo Andrew recibió el premio al mejor estudiante de su prestigiosa escuela, así que harán una fiesta para celebrar —explicó Bárbara.

No les hice ni caso, estaba muy ocupado en mantener mi batalla de miradas con Diana. Si ustedes piensan que es una estupidez la relación de odio mutuo que ella y yo mantenemos, es porque nunca han odiado a alguien de la forma en que lo hacemos nosotros.

Aparte, ella comenzó. Como siempre.

Me vio con una cara de asco, y yo le devolví la expresión.

—Y Diana también irá, ¿verdad? —dijo Hannah, volviéndola a ver.

—Ah... sí. Claro —dijo Diana, finalmente quitando su mirada sobre mí.

Gané.

—Aunque no deseaba asistir. No me gusta perder tiempo de estudio por algo tan frívolo como una fiesta, pero lo hago para mantener el buen trato entre nuestras familias —dijo Diana.

—Tampoco nos cuentes tu vida, crack —le dije poniendo los ojos en blanco.

Si las miradas mataran, la que ella me lanzó me hubiera torturado hasta una dolorosa y lenta muerte.

Diana se empezó a marchar sin decir nada. Hannah y Bárbara se quedaron atrás un momento antes de seguirla.

—Debes sentir envidia, ¿no es así, Akko? Solo fueron invitados los nobles y los ricos —dijo Hannah con una sonrisa burlona.

—Alguien como tú jamás sería invitada a un evento así —dijo Bárbara por último.

Ambas siguieron a Diana, riendo entre ellas después de haberse burlado de Akko.

El Primer, Único e Inigualable Brujo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora