Había pasado una hora en el café de chinos. En la mesa junto a la mía se sentaron cuatro chicas. Como si no estuviera vacío medio café, tenían que ponerse con toda su cháchara junto a mí. Es una costumbre defeña que jamás entenderé: les encanta el amontonamiento. Las chicas concentraban su atención en una de ellas que no tenía nada de particular, pero que para ellas era sumamente importante. Bely, así se llamaba la que dirigía la conversación de todo el grupo, sacó de una mochila un montón de revistas de novia. Ese era el tema que les interesaba: la planeación de la boda de Bely.
Odiaba enterarme de la vida de gente intrascendente, pero en esta ciudad era imposible no hacerlo.
Cuando las chicas hablaban del pastel, al cual tenían asignado un presupuesto tan escaso como si se tratara de cualquier pan, caí en la cuenta de que tenía hambre. Pedí un bísquet con mantequilla y mermelada, esperando terminármelo antes de que llegara Bruno.
Tal vez un día me casaría, como me lo había pedido papá. Con vestido blanco, como había dicho tía Tina.
Creo en Dios y en la sangre de su hijo Jesucristo. Creo en el perdón de mis pecados y en la salvación de mi alma. Aunque pasé más tiempo con mi abuela que con tía Tina, no me hice católica, como la primera, aunque tampoco evangélica, como la segunda. Sin embargo, si tuviera que profesar una religión, sería bautista o pentecostés. Me gusta creer en el poder de la fe, más que en el poder del rito. Me envuelve el concepto salvación, la gracia concedida por Dios a cualquier pecador solo por el hecho de arrepentirse y creer. Si tuviera qué creer, si pudiera creer, lo haría.
Porque yo por la ley soy muerta para la ley, a fin de vivir para Dios.
Alguna vez creí.
Y si aún pudiera creer, lo que ahora vivía en la carne, lo viviría en la fe del Hijo de Dios.
Si pudiera creer, creería en la vida eterna, para así poder matarme y despertar a un mundo ya pasado por fuego.
Si algún día me casara, tal vez mi boda sería como la de mi prima Miry, con un pastor, damas de honor, una predicación.
La mujer que teme a Jehová, esa será alabada.
Miry aquel día se sentía en la cúspide del triunfo y el éxito. Como si hubiera viajado por el mundo. Como si se hubiera convertido en CEO de Facebook. Como si apareciera en Forbes. Como si hubiera logrado algo. Pero solo se estaba casando. Y se estaba casando virgen.
Yo había estado atrapada en un vestido rosa durante toda la ceremonia. Luego había encontrado al esposo de Miry y me lo había llevado a que me acompañara a cambiarme.
Cuando volví a la recepción, tía Tina hablaba de lo buenas niñas que habían salido sus hijas. Que nunca habían ido solas con el novio ni a la vuelta de la esquina.
La abuela me tomó fuertemente del mentón, encajándome las uñas:
En cambio, ¡mira esta piruja! Hasta huele a hombre.
Mamá, no diga groserías, se alteró mi tía.
A ver, pregúntale, ¡pregúntale de dónde viene!
Intempestivamente, mi abuela me tomó del cabello.
¡Suéltela, mamá! ¡Déjela!
¡Pregúntale de dónde viene! O pregúntale al golfo de tu yerno.
¡Suéltame!
Si trae semen hasta en los pelos. ¡Huélela! Huerca piruja, igualita a la puta de su madre.
Escenas bonitas de mi familia.

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LOBA
Action«Bien fácil distingues al lobo de los coyotes: el lobo es el que mata, el coyote nomás se come las sobras». Una loba que quiere ser libre, ¿podrá sobrevivir sin su manada? Lucy quiere escapar del territorio de su padre, un poderoso y temible polític...