Capítulo 2: Amnesia y miedo

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Colin sintió cómo el alivio de haber recuperado a Penelope se desvanecía en un instante al escuchar sus primeras palabras. Ella lo miraba con una mezcla de desconcierto y, peor aún, de miedo. Sus ojos, que solían mirarlo con dulzura y confianza, estaban llenos de confusión, y su cuerpo tensado lo hacía sentir como un extraño en su presencia.

-¿Cómo me llamo? -preguntó Penelope, su voz apenas un susurro mientras miraba a su alrededor, sus manos buscando algo que le diera seguridad-. ¿Y usted... quién es? -agregó, pegando un pequeño brinco en la cama, como si la cercanía de Colin la asustara.

El corazón de Colin se rompía en mil pedazos. Había pasado semanas rogando, suplicando que ella volviera, pero jamás imaginó que lo haría sin recordar quién era, sin recordar a la persona que él había descubierto amar más que a nada en el mundo. Tragó saliva, intentando controlar la mezcla de emociones que se arremolinaban en su pecho. Lo último que quería era asustarla más.

-Penelope... soy Colin -dijo con voz suave, intentando mantener la calma y una expresión tranquila-. Colin Bridgerton.

La expresión de Penelope no cambió; su rostro seguía mostrando el mismo desconcierto y, para el horror de Colin, un ligero rastro de miedo. Ella retrocedió un poco en la cama, alejándose de él como si su presencia fuera algo amenazante.

-Colin... Bridgerton... -repitió en voz baja, como si intentara hacer que las palabras cobraran algún sentido en su mente, pero sin éxito.

Él se esforzó por mantener la calma, aunque cada segundo que pasaba se sentía como una daga clavándose más profundo en su corazón. Aquella mujer que siempre había sido su amiga, su confidente, ahora no lo reconocía. La Penelope que él conocía y amaba se encontraba a su lado, pero era como si una barrera invisible los separara.

-Sí, soy Colin. Hemos sido amigos durante muchos años... -intentó explicar, buscando cualquier señal en su rostro que indicara que algo le resultaba familiar-. Y tú eres Penelope Featherington.

Ella asintió lentamente, como si las palabras fueran solo un eco distante, sin significados claros para ella. Miró a su alrededor, reconociendo poco a poco los detalles de la habitación, pero con la mirada perdida, como si estuviera atrapada en una realidad en la que nada tenía sentido.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Qué... qué me pasó? -preguntó, su voz temblando y su expresión llena de confusión.

Colin respiró hondo, intentando no dejarse llevar por la desesperación. Era evidente que Penelope no recordaba nada, ni siquiera los eventos que la habían llevado a ese estado. Por un momento, deseó poder retroceder el tiempo, evitar que todo aquello sucediera y devolverle los recuerdos, los momentos compartidos y la cercanía que habían tenido. Pero sabía que eso era imposible, y que en ese instante lo único que podía hacer era estar a su lado y ayudarla a comprender, aunque fuera difícil.

-Tuviste un accidente, Penelope -respondió con suavidad-. Fue un accidente de carruaje... por eso has estado en cama durante un tiempo.

Penelope lo observó, su rostro reflejando una mezcla de tristeza y desorientación, y luego volvió a preguntar, en un susurro apenas audible:

-¿Por cuánto tiempo?

Colin dudó, su corazón dolía al pensar en lo mucho que ella había sufrido, incluso sin recordar cómo había terminado en ese estado.

-Has estado en coma durante un mes -le explicó con voz suave, tratando de no asustarla aún más.

Los ojos de Penelope se abrieron, llenos de una mezcla de sorpresa y miedo. No comprendía del todo lo que significaba estar en coma, pero la palabra y el tiempo que había estado inconsciente parecían causarle una especie de pánico que Colin pudo ver en sus ojos.

El accidente que me olvidóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora