El accidente que me olvidó

Capítulo 29: Luz

Los días en Malta transcurrían con una felicidad palpable. La noticia del embarazo de Penelope había llegado a ambas familias, y tanto los Bridgerton como los Featherington estaban encantados con la llegada de un nuevo miembro. Penelope, con cinco meses de embarazo, había comenzado a sentir los primeros movimientos del bebé, y su tripa, ahora abultada, era un recordatorio constante del pequeño milagro que crecía dentro de ella.

Una tarde tranquila, Penelope estaba tumbada en la cama, acariciando suavemente su vientre mientras observaba a Colin sentado en el escritorio, concentrado en escribir en uno de sus diarios de viaje. La pluma se movía rápidamente sobre el papel, y de vez en cuando, él hacía una pausa para mirar por la ventana, como si buscara inspiración en el paisaje maltés.

—Colin —llamó Penelope suavemente, su voz cargada de ternura.

Colin levantó la vista de inmediato, dejando la pluma a un lado mientras se giraba hacia ella.

—¿Sí, amor? —preguntó, levantándose y caminando hacia la cama con una sonrisa en los labios—. ¿Todo bien?

Penelope asintió, su mano aún descansando sobre su vientre.

—Sí, todo está bien. Solo... quería que vinieras conmigo un momento.

Colin se sentó junto a ella en la cama, su expresión suavizándose al verla tan tranquila y radiante.

—¿Qué necesitas? —preguntó, inclinándose hacia ella.

Penelope tomó su mano y la colocó suavemente sobre su vientre.

—Quería que sintieras esto —dijo, su sonrisa iluminándose mientras miraba sus ojos.

Colin frunció el ceño, confuso por un momento, hasta que lo sintió: un pequeño movimiento bajo su mano, como una patada suave pero firme.

—¡Oh! —exclamó, sus ojos abriéndose de par en par mientras miraba a Penelope, y luego a su vientre—. ¿Es... es el bebé?

Penelope asintió, riendo suavemente ante su asombro.

—Sí, Colin. Está moviéndose. Llevo unos días sintiéndolo, pero quería que lo sintieras tú también.

Colin permaneció inmóvil, sus manos aún sobre el vientre de Penelope mientras sentía otra pequeña patada. Una mezcla de risa y emoción escapó de sus labios.

—Es increíble... —murmuró, su voz cargada de emoción—. Es como si estuviera saludándonos.

Penelope dejó escapar una risa suave, acariciando la mejilla de Colin mientras lo miraba con amor.

—Quizás sí. Quizás solo quería que supieras que está ahí... y que ya te adora.

Colin la miró, sus ojos brillando de lágrimas no derramadas. Se inclinó para besarla con ternura antes de volver su atención al vientre.

—Hola, pequeño —susurró, con una sonrisa que Penelope sabía que nunca olvidaría—. Soy tu papá. No puedo esperar para conocerte, pero mientras tanto, seguiré cuidando de ti y de mamá.

Mientras Colin hablaba con suavidad, su mano aún descansando sobre el vientre de Penelope, el bebé respondió con pequeños movimientos, como si estuviera reaccionando a cada palabra. Colin dejó escapar una risa llena de asombro y ternura.

—¿Viste eso, Pen? —dijo, mirando a su esposa con los ojos llenos de emoción—. Se mueve a cada palabra mía. Es como si ya entendiera lo que le digo.

Penelope rió suavemente, acariciando su cabello con ternura.

—Tal vez ya reconoce tu voz. Y si sigue reaccionando así, creo que ya eres su persona favorita.