Capítulo 5: Vuelta a la oscuridad

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—Colin, ¿qué sucedió? —preguntó Violet con voz llena de preocupación mientras supervisaba que acomodaran a Penelope en una de las habitaciones de invitados.

—Se desmayó en la feria... estaba mirando unas plumas y de repente... —Colin hizo una pausa, su voz temblorosa—, simplemente perdió el conocimiento. No sé qué ocurrió, pero parecía tener un dolor intenso en la cabeza justo antes de desmayarse.

El médico volvió a examinarla y recomendó reposo absoluto y observación mientras esperaban que recuperara la conciencia. Colin no se movió de su lado, sentándose junto a la cama, sus dedos entrelazados, esperando con el corazón encogido que Penelope abriera los ojos.

Violet le puso una mano en el hombro, dándole un gesto de apoyo silencioso. Sabía cuánto significaba Penelope para su hijo, y ver su sufrimiento silencioso la conmovía profundamente.

Colin se sentó al lado de Penelope, con los recuerdos de aquellos días oscuros volviendo a él, como un eco doloroso que no podía ignorar. Recordaba con claridad el tiempo que ella había estado inconsciente después del accidente, cómo cada día parecía eterno mientras él esperaba junto a su cama, leyendo, rogándole que despertara, sumido en una mezcla de culpa y esperanza.

Verla así de nuevo, tan frágil, hizo que todo aquel dolor regresara a su pecho. La amaba profundamente, y la idea de perderla, de no poder enmendar sus errores y construir un futuro juntos, era algo que no podía soportar. Colin se inclinó un poco hacia adelante, tomando la mano de Penelope entre las suyas, como había hecho tantas veces antes, esperando que el calor de su tacto pudiera transmitirle la fuerza para regresar.

—Por favor, Penelope... despierta otra vez. —Su voz era apenas un susurro, llena de emoción contenida—. Ya he pasado por esto una vez... y no puedo volver a perderte.

Colin miró su rostro en silencio, observando cada detalle de sus facciones, memorizando cada línea, como si temiera que, al cerrar los ojos, ella pudiera desvanecerse. En esos días que ella había pasado inconsciente tras el accidente, había leído sus libros favoritos, había hablado con ella, recordándole momentos felices y confesando cuánto la necesitaba. Había revivido todo aquello con la esperanza de que sus palabras la trajeran de vuelta.

Y ahora, en esta ocasión, sintió la misma desesperación. La diferencia era que, esta vez, ella había comenzado a recordar fragmentos, a redescubrir su conexión. Tenían una nueva oportunidad, pero la incertidumbre lo atormentaba.

—Por favor, Pen... —murmuró, con la voz quebrada—. No te rindas. Tienes tanto por vivir, por recordar... y yo... yo quiero estar a tu lado para ello.

Se quedó allí, en silencio, sosteniendo su mano, dejando que su presencia le transmitiera la promesa de que estaría junto a ella siempre, pase lo que pase. Esperó, como había hecho antes, con la esperanza renovada de que, al final, Penelope volvería a abrir los ojos.

Mientras Colin observaba a Penelope en silencio, notó que su cuerpo comenzó a moverse inquieto. Su respiración se hizo más rápida, y una expresión de angustia apareció en su rostro. Parecía atrapada en una pesadilla, y aunque él intentó tranquilizarla, su mano acariciando suavemente la suya, ella no despertaba. Colin la miró, desesperado, queriendo hacer algo, cualquier cosa, para liberarla de aquello que parecía atormentarla.

Dentro de la pesadilla, Penelope se encontraba en una especie de penumbra, rodeada de sombras y una sensación de frío que la hacía estremecer. Frente a ella, se dibujaba una figura familiar, la figura de Colin. Al principio, no podía entender lo que él decía, sus palabras sonaban distantes, como un murmullo confuso. Pero a medida que se acercaba, su rostro se hacía cada vez más nítido... y lo que veía la llenaba de un terror inexplicable.

El accidente que me olvidóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora