El accidente que me olvidó

Capítulo 12: Lo importante es el camino ❤️🔥

Al día siguiente, el aire parecía cargado de expectativas cuando Colin se dirigió a la casa de Penelope. El sol brillaba con suavidad sobre la ciudad, y el camino hasta allí se sentía, para él, como un paso firme hacia un futuro que había estado esperando durante mucho tiempo. Sabía lo que iba a hacer, pero aún sentía esa mezcla de nervios y emoción, como si fuera el primer día en el que se atrevía a declarar su amor.

Cuando llegó, fue recibido con cortesía por los sirvientes de la casa Featherington, que lo condujeron hasta el salón. Su corazón latía con fuerza mientras pensaba en lo que iba a pedir, pero en su mente solo había una cosa: Penelope. No importaba lo que el futuro les deparara; él sabía que quería estar a su lado.

Cuando se sentó frente a la madre de Penelope, Portia, su voz tembló ligeramente, pero su mirada permaneció firme.

—LadyFeatherington, vengo a pedirle su bendición para casarme con Penelope —dijo, con sinceridad y respeto en sus palabras—. Sé que no ha sido un camino fácil para ella, y no puedo cambiar lo que ha pasado, pero le prometo que nunca le haré daño. La amo, y quiero que sea mía para siempre.

Portia, quien había estado observando a Colin con una mezcla de sorpresa y algo más, dejó escapar un suspiro de alivio. La sonrisa que apareció en su rostro fue genuina, llena de emoción. Se levantó del asiento, acercándose a Colin con una mirada que, por primera vez, parecía completamente comprendida.

—¿Sabe, señor Bridgerton? Ayer, al verlos en el baile, me di cuenta de algo —dijo, con la voz algo temblorosa, pero cálida—. Siempre fueron ustedes. Siempre fueron Penelope y usted.

Colin, al escuchar estas palabras, sintió que el peso de los días difíciles se aligeraba. La mirada de Portia, llena de comprensión, fue todo lo que necesitaba para saber que estaba en el camino correcto.

—Y entonces señor Bridgerton...¿Era usted el que estaba anoche en mi jardín? —preguntó Portia, con una sonrisa que, aunque todavía estaba teñida de incredulidad, reflejaba también una sensación de alivio. Era como si todas las piezas del rompecabezas por fin encajaran.

Colin, que había estado esperando esa pregunta, no titubeó ni un segundo. Se enderezó en su silla, su mirada sincera y llena de determinación. La verdad había estado guardada en su pecho por tanto tiempo, y ahora, con cada palabra, sentía que el peso de los meses de incertidumbre y duda se desvanecía.

—Claro —respondió con una sonrisa tranquila pero firme—. Había una carrera por ganar, y el más aventajado se llevaba el corazón de Penelope. Y yo no quería que cualquiera llegara de noche a robárselo.

Las palabras de Colin, tan simples y llenas de verdad, hicieron que Portia lo mirara con una nueva perspectiva. Finalmente, entendía todo: la constancia de Colin, su paciencia, su amor por Penelope, todo lo que había estado oculto bajo la superficie. En ese instante, Portia sintió una profunda admiración por el joven que había sido su yerno de manera tácita durante tanto tiempo. Un suspiro de alivio y una cálida sonrisa escaparon de sus labios.

—Entonces Penelope, todo esto... —Portia comenzó, su voz temblando ligeramente—. Siempre fue él, ¿verdad?

En el cálido ambiente del salón, Penelope, aún con la sonrisa en sus labios por el comentario de Colin, sintió cómo su corazón se aligeraba al compartir su propio pensamiento. Miró a Portia, con una mezcla de diversión y sinceridad en su rostro, antes de añadir con un tono juguetón:

—Sí mamá, además, si hubiera llegado otro, se hubiera encontrado el hueco de mi corazón vacío. Yo le di mi corazón a Colin casi cuando nos conocimos. Aunque él no lo supiera, y soltó una pequeña carcajada.

Su risa, suave y llena de cariño, recorrió el aire como una suave melodía, y Colin, que escuchaba esas palabras, sintió cómo las emociones lo invadían. El hecho de que ella hubiera dado su corazón sin que él lo supiera, le pareció un gesto tan puro y sincero que las palabras se le atragantaron por un instante.