El accidente que me olvidó

Capítulo 23: Mi vida frente a mi (Parte 1)

En medio de la noche, Colin abrió los ojos al sentir que Penelope se movía inquieta en sus brazos. Su respiración era irregular, y su rostro estaba contraído como si estuviera atrapada en un sueño angustiante. Al principio, Colin pensó que era algo pasajero, pero los movimientos de Penelope se volvieron más intensos, su cuerpo temblando ligeramente.

—Pen... —susurró Colin, inclinándose hacia ella y acariciando su mejilla con suavidad—. Pen, despierta. Es solo una pesadilla.

Pero Penelope no respondía. Seguía inmersa en su sueño, murmurando palabras ininteligibles mientras lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos cerrados. La visión de su esposa en ese estado hizo que el corazón de Colin se acelerara con miedo.

—¡Pen! —le gritó, esta vez con más fuerza, sacudiéndola suavemente mientras la abrazaba—. Despierta, amor. Estoy aquí. Todo está bien.

Pero Penelope no despertaba. Colin sintió cómo el pánico comenzaba a invadirlo, un miedo visceral que lo transportó de inmediato a aquellos días oscuros cuando Penelope estaba en coma tras el accidente. Recordó las horas interminables junto a su cama, rezando porque abriera los ojos, y luego los días posteriores, cuando ella no recordaba quién era él.

El pensamiento de volver a perderla, aunque fuera solo en un sueño, lo aterrorizaba. Se inclinó más cerca, abrazándola con más fuerza mientras su voz temblaba.

—Penelope, por favor... vuelve a mí. Estoy aquí. No tienes que enfrentarlo sola. —Las lágrimas comenzaron a llenar sus propios ojos, pero las apartó rápidamente, concentrándose en calmarla.

En la mente de Penelope, una cascada de imágenes se arremolinaba a una velocidad vertiginosa. Fragmentos de recuerdos, rostros y emociones aparecían y desaparecían como si una rueda girara a mil revoluciones. Su corazón parecía estar atrapado en un caos del que no podía escapar. Las imágenes eran confusas: Colin gritándole, momentos felices juntos, su madre... y luego una oscuridad sofocante que la consumía.

Mientras tanto, Colin la sacudía con suavidad pero con creciente desesperación.

—¡Penelope, despierta! —exclamó, su voz temblorosa mientras intentaba mantener la calma. Cuando vio que sus ojos finalmente se abrían, sintió una chispa de alivio.

Penelope abrió los ojos de golpe, como si hubiera emergido de una inmersión profunda. Sus labios se abrieron y tomó una gran bocanada de aire, como si estuviera intentando llenar sus pulmones después de haber estado sin aliento durante demasiado tiempo. Sus ojos buscaron frenéticamente algo en la habitación, y cuando se fijaron en Colin, estaban llenos de confusión y miedo.

—Colin... —logró murmurar, su voz apenas un susurro.

Pero antes de que pudiera decir algo más, su cuerpo se desplomó. Colin la sintió caer inconsciente en sus brazos, su peso recostándose completamente contra él. La llamó con voz desesperada.

—¡Penelope! ¡Pen, por favor, mírame! —La acomodó cuidadosamente en la cama, sus manos temblando mientras la revisaba, acariciando su rostro en un intento de devolverla a la conciencia.

El terror se apoderó de Colin, recordándole con dolorosa claridad los días en que Penelope había estado en coma. Su mente retrocedió a esos momentos oscuros, a la incertidumbre, al miedo de que ella nunca regresara completamente a él.

—No, no otra vez... —murmuró, sus ojos llenándose de lágrimas mientras se inclinaba sobre ella. Besó suavemente su frente, sus labios temblando contra su piel—. Por favor, Pen, despierta. Te necesito.

El pecho de Penelope subía y bajaba lentamente, una señal de que estaba respirando, pero su rostro permanecía inexpresivo. Colin buscó desesperadamente señales de mejora mientras su mente trabajaba frenéticamente. Sabía que lo que ella había vivido no era un simple sueño, sino algo más profundo, algo que la había empujado al límite.