El accidente que me olvidó

Capítulo 6: Catarsis

Con el paso de los días, Penelope comenzó a recuperar fuerzas y su salud mejoró notablemente. Aunque los recuerdos continuaban siendo fragmentados y confusos, la paz y el descanso en la casa Bridgerton la habían ayudado a estabilizarse emocionalmente, al menos un poco. Sin embargo, sabía que necesitaba regresar a su hogar, a su propia familia y rutina, para poder enfrentar completamente la confusión en su mente.

Una mañana, cuando el médico le dio finalmente el visto bueno para retomar su vida con normalidad, Penelope comenzó a hacer sus preparativos para regresar a la casa Featherington. Colin, aunque sintió una punzada de tristeza al saber que ella se marcharía, respetó su decisión. Sabía que debía darle el espacio que ella misma había solicitado y que cualquier intento de retenerla solo empeoraría las cosas.

Antes de partir, Violet se acercó a Penelope y la abrazó con calidez.

-Querida, recuerda que esta siempre será tu casa. No importa lo que pase, siempre puedes contar con nosotros -le dijo, acariciándole el hombro con ternura-. Y si en algún momento necesitas hablar, o simplemente un lugar para sentirte segura, aquí estaré.

Penelope sonrió, agradecida por el apoyo incondicional de Violet y la familia Bridgerton, y le aseguró que volvería a visitarlos pronto.

Cuando vio como Eloise acompañaba a Penelope a casa, Colin observó en silencio desde una distancia prudente, su corazón lleno de emociones contradictorias. Había pasado noches en vela, debatiéndose entre el miedo y la esperanza, y cada día que había estado cerca de ella solo confirmaba cuánto la amaba. Pero también comprendía que debía darle la libertad de sanar a su manera y de encontrar su propio camino.

Al llegar a la casa Featherington, Penelope fue recibida con alegría por su madre y hermanas, quienes la abrazaron y colmaron de atenciones. Sin embargo, una parte de ella seguía inquieta, y aunque intentó integrarse nuevamente en su hogar, los recuerdos y las emociones recientes la perseguían. Los fragmentos de sus sueños y la presencia de Colin en aquellos días difíciles aún ocupaban su mente, y sabía que el camino hacia la claridad emocional y mental estaba lejos de haber terminado.

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Tras un par de días de vuelta en casa, Portia Featherington entró en la habitación de Penelope con una sonrisa que intentaba ser alentadora, pero que no lograba disimular del todo su habitual urgencia. La observó con detenimiento, inclinándose ligeramente hacia ella mientras ajustaba un cojín en el sillón cercano.

-Hija mía, me alegra verte tan recuperada después de esos días de reposo en casa de los Bridgerton. Realmente estabas muy pálida, y debo decir que temí lo peor. Pero ahora... -hizo una pausa, evaluándola con ojos críticos pero llenos de expectación-, ya no hay rastro de ese malestar. Te ves completamente renovada.

Penelope la miró con una mezcla de gratitud y leve incomodidad, consciente de que su madre rara vez se detenía en simples palabras de ánimo.

-Es una bendición que estés mejor justo a tiempo para el baile del viernes en casa del Duque de Nordtrom -continuó Portia, enderezándose y hablando con un aire de importancia-. Será el evento más importante de la semana, y qué mejor manera de demostrar a la sociedad que estás perfectamente que asistiendo con la gracia y el encanto que sé que posees.

Sus palabras eran suaves, casi cariñosas, pero el mensaje detrás de ellas era inconfundible. Portia dio un par de pasos hacia el espejo y comenzó a ajustar un adorno en su propio cabello, lanzando un vistazo casual pero intencionado a Penelope.

-Sabes, querida, has perdido mucho tiempo con todo esto del reposo -dijo con aparente delicadeza, aunque su tono tenía un filo subyacente-. Y aunque estoy encantada de que estés de vuelta, no podemos permitirnos más retrasos. Esta temporada es crucial, no solo para ti, sino para nuestra familia. Un buen matrimonio, Penelope, sería una ayuda invaluable en estos tiempos.