El accidente que me olvidó

Capítulo 32: Equipo ❤️ (Parte 2)

El primer mes después del parto fue un torbellino agotador para Penelope. Aunque Colin hacía todo lo posible para encargarse de Agatha y aliviar su carga, y los sirvientes ofrecían su ayuda en todo momento, el desafío de cuidar a dos recién nacidos era inmenso.

Jane y Edmund parecían haber desarrollado una coordinación perfecta para sus llantos nocturnos: cuando uno se calmaba, el otro comenzaba, dejando a Penelope apenas con unas pocas horas de sueño repartidas entre las tomas de pecho y los intentos de consolar a ambos bebés.

Una noche particularmente difícil, Penelope se dejó caer en una silla junto a la cuna, meciendo a Jane mientras Edmund dormía en su cuna cercana. Su cabello estaba desordenado, y sus ojos mostraban el cansancio de semanas sin descanso.

Colin entró en la habitación en silencio, con Agatha en brazos, quien ya estaba profundamente dormida. Al ver a Penelope, dejó escapar un suspiro de preocupación antes de acercarse.

—Pen, ¿cuándo fue la última vez que dormiste más de dos horas seguidas? —preguntó, su voz llena de ternura mientras colocaba a Agatha en su cuna.

Penelope dejó escapar una risa suave, aunque sin mucha fuerza.

—¿Dormir más de dos horas seguidas? Creo que fue antes de que estos dos llegaran. —Miró a Jane, que finalmente comenzaba a calmarse, antes de levantar la vista hacia Colin—. No quiero quejas, señor Bridgerton. Esto es lo que firmamos cuando decidimos tener hijos, ¿recuerdas?

Colin se arrodilló frente a ella, tomando su mano con cuidado.

—Lo recuerdo perfectamente. Pero también firmé para cuidar de ti, Pen. Eres valiente, pero incluso las mujeres más fuertes necesitan descansar.

Penelope dejó escapar un suspiro, sabiendo que tenía razón pero sintiéndose abrumada por la idea de delegar.

—Colin, no sé cómo puedo descansar. Cada vez que cierro los ojos, alguno de los dos empieza a llorar, y luego está Agatha...

Colin la interrumpió suavemente, colocando un dedo sobre sus labios.

—Shhh, déjame ocuparme esta noche. Los sirvientes y yo podemos manejarlo. Te prometo que si Jane o Edmund necesitan algo realmente urgente, te despertaré. Pero por ahora, tú necesitas recargar energías.

Penelope lo miró, sus ojos llenándose de lágrimas de gratitud y agotamiento.

—Gracias, Colin. No sé qué haría sin ti.

Colin se inclinó para besar su frente antes de ayudarla a levantarse.

—Ahora ve a la cama, Pen. Yo me encargo de todo esta noche.

Esa noche, Penelope finalmente consiguió dormir unas horas seguidas, algo que no había hecho desde el nacimiento de los gemelos. Aunque la maternidad de tres pequeños era agotadora, sabía que con Colin a su lado, podía enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Y mientras Colin caminaba por la habitación, sosteniendo a Jane en brazos mientras Edmund comenzaba a agitarse en la cuna, no pudo evitar sonreír. Su vida era caótica, agotadora y maravillosa. Y no la cambiaría por nada.

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El segundo mes no fue más fácil para Penelope. A pesar de los esfuerzos de Colin y el apoyo del personal, la falta de sueño y las exigencias de cuidar a tres pequeños comenzaron a afectarla emocionalmente. En más de una ocasión, Colin encontró a Penelope llorando en silencio mientras daba el pecho a uno de los gemelos.

Una tarde, al entrar en su habitación, Colin vio a Penelope sentada en la mecedora, con Jane en brazos. Las lágrimas caían silenciosamente por sus mejillas mientras intentaba calmar a la pequeña, que parecía inquieta incluso mientras se alimentaba. Sin decir una palabra, Colin se acercó, arrodillándose a su lado y colocando una mano suave sobre su rodilla.