Capítulo 11: Baile, carrera y meta ❤️❤️ (Parte 2)

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Penelope sintió cómo su corazón latía con fuerza cuando Varley le dio la noticia de que Colin había llegado. Tomando aire para calmarse, miró a su ama de llaves con una sonrisa de agradecimiento y, sin apresurarse demasiado, se dirigió hacia el jardín, su mente llena de emociones y expectativas.

Al llegar, la luz de las lámparas y las sombras de las plantas creaban un ambiente íntimo y cálido. Colin estaba de pie, con las manos entrelazadas y una mirada ansiosa, sus ojos escaneando el entorno hasta que la vio aparecer. La tensión y los nervios eran evidentes en su postura, pero cuando Penelope entró en su campo de visión, su expresión cambió, y una sonrisa se asomó en su rostro, aunque los nervios aún le impedían relajarse por completo.

Penelope avanzó hacia Colin con una expresión seria y, sin darle tiempo a saludarla, le dijo con voz firme:

-Espera aquí, Colin. -Colin la miró, visiblemente confundido y algo desanimado-. Tengo que ir a buscar al otro pretendiente que llegó antes y que está esperando en el salón.

Por un momento, la confusión de Colin se transformó en una mezcla de decepción y nervios, pero al observarla más de cerca, notó el brillo travieso en sus ojos y la ligera curva de sus labios. Penelope lo estaba poniendo a prueba.

Penelope dio cinco pasos hacia la puerta de la casa, el sonido de sus zapatos sobre el suelo de piedra resonando suavemente en la quietud de la noche. El aire fresco acariciaba su rostro, y mientras avanzaba, sentía la creciente tensión dentro de ella, la mezcla de incertidumbre y deseo de dar el siguiente paso. Al llegar casi al umbral, de pronto, se detuvo. Un suspiro escapó de sus labios mientras su mirada se deslizaba hacia atrás, hacia Colin.

Con una decisión que parecía venir de lo más profundo de su ser, Penelope giró sobre sus talones y comenzó a caminar de regreso hacia él. Cada paso hacia Colin parecía pesar menos, y cuando llegó a su lado, sin decir palabra, tomó sus manos en las suyas con una suavidad que contrastaba con la intensidad de sus emociones. La calidez de sus manos se sintió reconfortante, como un ancla en medio de la tormenta que estaba por desatarse en su corazón.

Levantó la mirada hacia sus ojos, y las palabras que habían estado guardadas durante tanto tiempo finalmente salieron, suaves pero llenas de determinación:

-Nunca hubo otro -le dijo, con la voz apenas temblando. -Y siempre has sido y serás tú. Aunque no recuerde todos nuestros momentos juntos, sé que los nuevos recuerdos que creemos harán que todo lo que hemos vivido hasta ahora valga la pena.

Colin, con los ojos brillando de emoción y una mezcla de alivio y esperanza en su rostro, no pudo evitar apretar un poco sus manos. La confianza de Penelope lo desarmó, y en ese instante, supo que estaba listo para caminar con ella, sin importar lo que viniera. La distancia que había existido entre ellos, las barreras invisibles que ambos habían construido, parecían desvanecerse en esa simple confesión.

En ese instante, el aire entre ellos se cargó de una tensión palpable. Penelope, con el corazón latiendo fuerte en su pecho, se acercó lentamente a Colin. El espacio entre sus cuerpos desapareció en un suspiro, y mientras sus ojos se encontraban, ella le sonrió suavemente, como si dijera más con ese gesto que con todas las palabras que había dicho antes.

-Empecemos por este nuevo recuerdo -susurró, su voz cálida y llena de promesas.

Sin esperar respuesta, se acercó aún más, sintiendo la cercanía de Colin como una corriente eléctrica que recorría su piel. El momento fue como un suspiro detenido en el tiempo, y con la suavidad que solo el destino podía ofrecer, Penelope se inclinó hacia él. Sus labios, al encontrarse, se unieron con la dulzura y la intensidad de un primer beso, pero uno que, en el fondo, ya estaba esperando desde hacía mucho.

El accidente que me olvidóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora