Los primeros días de recién casados de Colin y Penelope transcurrieron como un torbellino de emociones, risas y pasión. Entre confidencias a la luz de la chimenea y las intensas jornadas en el dormitorio, no había rincón de la casa que no guardara algún recuerdo reciente de su amor. Los criados, aunque al principio algo sorprendidos, comenzaban a acostumbrarse a los "ruiditos" que resonaban ocasionalmente por toda la casa. Sin embargo, había momentos que lograban incluso sonrojarlos.
Una tarde, mientras Penelope revisaba algunos de sus apuntes en el salón, Colin entró con esa sonrisa que siempre indicaba problemas... o placeres. Cerró la puerta tras de sí y, con un movimiento decidido, la levantó de su silla.
—Colin, ¿qué haces? —preguntó Penelope, su voz cargada de sorpresa, aunque sin verdadera resistencia.
—Estaba pensando en lo mucho que me gusta verte concentrada... pero creo que me gusta más distraerte. —Sin darle tiempo a responder, Colin la sentó en el escritorio y comenzó a besarla con urgencia.
Penelope intentó protestar, más por apariencia que por verdadera intención, pero pronto se rindió al momento. Justo cuando estaban en plena pasión, la puerta se abrió de golpe. Una joven criada, que traía un té para Penelope, se quedó congelada al ver la escena. Colin y Penelope se separaron de golpe, ambos tan sorprendidos como la criada.
—Oh, perdón, milady... milord... —balbuceó la joven, su rostro completamente rojo, mientras dejaba el té y salía rápidamente del salón, tropezando ligeramente con la alfombra.
Cuando la puerta volvió a cerrarse, Colin y Penelope se miraron antes de estallar en carcajadas.
—Definitivamente vamos a necesitar una cerradura mejor —dijo Colin entre risas, mientras Penelope se tapaba la cara con las manos, todavía riendo.
Pero no todo era alboroto en su vida recién casados. Algunas noches, después de cenas tranquilas, se acurrucaban juntos en el sofá, Colin leyendo en voz alta algún poema o fragmento de sus diarios de viaje, mientras Penelope jugaba con sus dedos entrelazados. En esos momentos, la calma de su amor se sentía tan poderosa como la pasión que compartían.
Penélope no tenía ni un rastro del episodio que la mantuvo en coma y unas semanas más tarde el doctor confirmó que Penelope estaba completamente recuperada y aseguró que otro episodio como el que había vivido era altamente improbable. Ambos sintieron como si un peso enorme desapareciera. Por primera vez en semanas, podían soñar con tranquilidad sobre el futuro.
—Creo que es hora de cumplir una promesa —dijo Colin una noche, mientras cenaban juntos.
Penelope lo miró con curiosidad.
—¿Qué promesa?
—Llevarte a Malta, claro. Durante tu letargo, no paré de soñar con ese viaje contigo y tú sonreías cuando te hablaba de ello, aunque no estuvieras consciente. Ahora que estás bien, creo que es el momento perfecto.
Penelope sonrió, su corazón llenándose de emoción al pensar en lo que ese viaje significaría para ambos.
—Entonces, a Malta iremos. Quiero hacerte feliz hoy y siempre en cada una de nuestras aventuras
Así que con la recuperación total de Penelope confirmada y el entusiasmo palpable entre ambos, los preparativos para su tan esperado viaje comenzaron. La idea de zarpar hacia Malta llenaba a Colin y Penelope de una emoción que no podían ocultar. Colin supervisó personalmente los detalles del itinerario, asegurándose de que todo estuviera perfecto para su luna de miel. Mientras tanto, Penelope comenzó a imaginar cómo sería volver a escribir en un lugar tan especial y decidió que la dedicación y el cuidado de Colin se merecían una sorpresa así que decidió visitar a su amiga Genevieve para contarle sus planes futuros y pedir algún consejo.
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El accidente que me olvidó
FanfictionFanfic Polin con Romance y Drama en el que los dos protagonistas, Colin y Penelope, buscan la mejor versión de si mismos tras un evento trágico. La historia tendrá drama pero también habrá amor, deseo, complicidad, momentos cómicos y tambien sensibl...