Bajo las Estrellas de Hollywood

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Capítulo 3: Bajo las Estrellas de Hollywood

POV Karime

Era un sábado típico en Los Ángeles, la ciudad que me había adoptado y que, a pesar de su ajetreo, me brindaba una tranquilidad extraña. La casa en la que vivía, aunque inmensa, seguía siendo un refugio solitario. Era un lugar que ya no solo me ofrecía comodidad, sino también la paz que tanto necesitaba, lejos de las cámaras y del bullicio. Este fin de semana, como la mayoría de los demás, pasaría en casa, sin agendas ni compromisos urgentes.

La tarde comenzaba a caer, tiñendo el cielo de tonos naranja y rosa mientras yo me sumergía lentamente en la piscina de mi mansión. El agua estaba perfecta, como siempre. Desde que me mudé a Los Ángeles, aprender a disfrutar de estos momentos solitarios había sido mi terapia. El agua me arrullaba, me hacía olvidar por unos instantes lo que fuera que estuviera en mi mente, y por fin podía respirar.

Mientras flotaba en el agua, me permití cerrar los ojos y dejarme llevar por el sonido del viento moviendo las palmeras a lo lejos, junto con los risueños gritos de Micky y Luigi que jugaban a los videojuegos en la sala. Norris, mi gato, también estaba en su lugar favorito, descansando sobre una toalla que había extendido sobre el sofá. Micky y Luigi eran mi otra familia en esta ciudad. Los tres, aunque no siempre en la misma sintonía, compartíamos una conexión profunda. Micky, con su energía y espíritu alocado, y Luigi, un ser mucho más introspectivo, formaban el círculo más cercano en el que podía confiar.

Había logrado construir una carrera sólida en los últimos años. A mis 34 años, mi vida profesional estaba en su punto más alto: mi primer Emmy estaba a la vuelta de la esquina, como reconocimiento por mi último programa. No solo los ratings fueron espectaculares, sino que logré que varios patrocinadores se unieran al proyecto, generando grandes donaciones a refugios de animales, una causa que siempre me había apasionado. Todo parecía alinearse perfectamente, y por fin sentía que las piezas del rompecabezas de mi vida estaban encajando de alguna forma.

Pero aunque mi carrera era impecable, no podía evitar sentirme vacía, como si, al final del día, fuera todo lo que me quedara. La soledad me había abrazado de manera silenciosa, y a pesar de estar rodeada de gente, nunca me sentí realmente conectada con ellos. Mi vida privada había sido cuidadosamente preservada, sin escándalos ni dramas mediáticos, pero el precio de esa privacidad había sido el aislamiento. Las risas de Micky y Luigi no eran suficientes para llenar ese vacío, aunque agradecía su presencia constante. Lo peor de todo era que me había acostumbrado a esa sensación, a esa desconexión con el mundo, y me preguntaba si alguna vez podría encontrar un equilibrio entre el éxito y lo que realmente quería para mi vida personal.

Mañana comenzarán las audiciones para la nueva temporada de mi programa, y aunque la emoción era inevitable, había algo dentro de mí que no lograba calmarse. Este proyecto era mi bebé, mi oportunidad para consolidarme aún más en el mundo de la televisión, pero también era una nueva fase en la que mi vida profesional se volvería más expuesta. El hecho de que iba a tener que elegir a la persona que conduciría el programa me inquietaba. Sabía que la química entre ambos era crucial para que el show tuviera éxito, pero al mismo tiempo, me preguntaba si sería capaz de conectar con alguien que no fuera yo misma.

Lo que me preocupaba aún más, sin embargo, era la posibilidad de que, en esta búsqueda, me encontrara con alguien que simplemente no encajara. Sabía lo que necesitaba: alguien con la capacidad de mantener la energía, de manejar la presión y que, al mismo tiempo, compartiera un propósito similar al mío. Siendo sincera, estaba cansada de trabajar con personas que solo buscaban fama y atención. El mundo del entretenimiento estaba lleno de egos, y eso a veces era lo más agotador de todo.

Pensé en Gala. La mención de su nombre aún tenía un efecto en mí, como si los recuerdos de lo que fue nuestra relación nunca desaparecieran completamente. En alguna parte de mi mente, sabía que nunca había sido fácil. Habíamos estado tan cerca y, sin embargo, la vida nos había separado. Ella eligió un camino diferente, uno que, aunque seguro, la había alejado de lo que realmente quería. Yo había tenido la suerte de no seguir su mismo destino, aunque había perdido parte de mí misma en el proceso.

El Precio de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora