El Dolor Después del Caos

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Capítulo 17: El Dolor Después del Caos

POV Karime

Abrí los ojos lentamente, como si el simple acto de hacerlo me costara más energía de la que tenía. La luz blanca del techo era abrumadora, demasiado intensa para mis sentidos aún aturdidos. Mi cabeza pulsaba con un dolor sordo, constante, y sentía mi cuerpo pesado, como si estuviera atrapada en una neblina de confusión. Intenté moverme, pero algo me lo impedía. Fue entonces cuando noté el cabestrillo que sostenía mi brazo derecho y el collarín que limitaba cada movimiento de mi cuello.

"¿Qué... qué está pasando?", quise decir, pero mi voz apenas salió como un susurro. Miré a mi alrededor, tratando de ubicarme, hasta que la vi. Mi mamá estaba sentada junto a la cama, sosteniendo mi mano izquierda con fuerza, sus ojos enrojecidos y llenos de lágrimas. Ella lloraba en silencio, como si no quisiera que me diera cuenta, pero era imposible no notarlo.

—Mamá... —intenté llamarla, mi voz quebrada y débil.

Sus ojos se encontraron con los míos, y vi cómo una mezcla de alivio y angustia se reflejaba en su rostro. Apretó mi mano un poco más fuerte, y de repente, todo lo demás pareció desvanecerse. Era como si el mundo entero se redujera al peso de su mano en la mía y la intensidad de su mirada.

—Karime, gracias a Dios... —murmuró, su voz rota mientras una nueva lágrima se deslizaba por su mejilla. Luego respiró profundamente, como si intentara calmarse.

Intenté hablar de nuevo, pero esta vez, solo dos preguntas salieron de mi boca, urgentes, como si mi vida dependiera de las respuestas:

—¿Qué pasó? ¿Cómo está Gala?—

El rostro de mi mamá cambió de inmediato. El alivio que había mostrado al verme consciente se desvaneció, reemplazado por una sombra de preocupación que me hizo sentir un nudo en el estómago. Suspiró profundamente y se tomó un momento antes de responder.

—Tuviste un accidente, Karime. Fue... fue muy grave. El coche dio varias vueltas después del primer impacto. Pero lo peor vino después. —Hizo una pausa, como si las palabras que seguían fueran demasiado difíciles de pronunciar. Sus dedos temblaron ligeramente al apretar mi mano—. Otro coche venía por el otro lado, un conductor borracho. No alcanzó a frenar, y... y el impacto fue del lado del copiloto.

Mi corazón se detuvo al escuchar esas palabras. No podía respirar, no podía pensar. Todo lo que podía imaginar era a Gala, sentada a mi lado, en el asiento del copiloto. Todo lo que podía sentir era su mano en la mía en esos últimos segundos antes del impacto.

—¿Gala? —repetí, con más desesperación esta vez. Quería saber, necesitaba saber.

Mi mamá desvió la mirada por un momento, como si intentara encontrar la manera menos dolorosa de explicarlo. Pero no había manera. Lo sabía.

—Está en cirugía, hija. Está muy grave... —Su voz se quebró al final, y el miedo en su rostro me golpeó con una fuerza brutal.

Un frío helado recorrió mi cuerpo. No podía procesarlo. La última vez que vi a Gala, estaba viva, mirándome con esos ojos llenos de miedo. Yo la había tomado de la mano. Yo la había prometido que estaría bien. Y ahora... ahora no sabía si cumpliría esa promesa.

—Pero... mi brazo... —murmuré, confundida. No recordaba haber sentido dolor en mi brazo derecho en ese momento. Ni siquiera había notado que algo estaba mal con él.

Mi mamá asintió, como si hubiera estado esperando esa pregunta.

—Lo usaste para protegerla en el último giro, según los médicos. Probablemente, al girar para intentar tomar la mano de Gala, golpeaste algo. Es por eso que está en el cabestrillo. Pero eso no importa ahora, Karime. Lo importante es que estás viva. Que ambas lo están... aunque Gala necesita toda la ayuda posible en este momento.

El Precio de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora