El Precio de los Sueños

Ecos de una Traición

Capítulo 23: Ecos de una Traición

POV Gala

La luz blanca de la lámpara sobre mí parece más intensa de lo normal, o tal vez soy yo quien está demasiado cansada para soportar cualquier estímulo. Estoy sentada en el sofá del consultorio de la terapeuta, mirando el reloj en la pared como si el movimiento de las agujas pudiera darme las respuestas que llevo semanas buscando.

Hoy no está Karime para acompañarme como de costumbre. Ella está en un viaje de negocios y Beba tuvo que ir a un evento escolar de Bama. Así que aquí estoy, con Luigi en la sala de espera. Fue idea de Karime pedirle que me acompañara. Al principio me pareció extraño, pero Luigi es... diferente. No pregunta demasiado, no trata de llenar el espacio con palabras vacías. Su presencia es tranquilizadora, aunque no estoy del todo acostumbrada a ella.

La sesión con la terapeuta pasa más rápido de lo que esperaba, pero no puedo evitar sentirme frustrada.

—¿Cómo estás procesando las cosas esta semana? —me pregunta la terapeuta.

—No siento que esté procesando nada —respondo, tratando de controlar el tono de irritación en mi voz—. Sigo sin recordar nada importante. El único recuerdo que ha aparecido fue hace unas semanas, y ni siquiera estoy segura de que sea real.

—¿Te refieres al recuerdo de la película?

Asiento, cruzando los brazos.

—Sí. Me vi a mí misma viendo Harry Potter con Karime. Pero no sé si es un recuerdo o si simplemente mi mente está jugando conmigo.

—Puede que sea un fragmento de tu memoria intentando regresar. A veces, los recuerdos aparecen en pequeños destellos, y es normal que te sientas insegura sobre ellos.

Respiro profundamente, tratando de contener la frustración. Estoy cansada de las mismas respuestas, de los mismos consejos de paciencia. Quiero que mi vida vuelva a encajar, pero cada sesión me hace sentir más como una extraña en mi propia historia.

Cuando finalmente termina la sesión, salgo al pasillo del consultorio. Luigi está sentado en una de las sillas, revisando algo en su celular. Levanta la vista cuando me ve y me sonríe con esa naturalidad que parece ser su sello personal.

—¿Cómo te fue? —pregunta con suavidad.

—Lo mismo de siempre —respondo, encogiéndome de hombros.

Luigi no presiona más. Simplemente se levanta y camina a mi lado mientras nos dirigimos hacia la recepción. Pero antes de que lleguemos, una voz me detiene.

—Señorita Gala.

Me giro y veo a una enfermera, una mujer de unos cuarenta años, con cabello castaño recogido en un moño apretado. Me hace un gesto para que me acerque, y su tono es un susurro conspirador.

—¿Puedo hablar con usted un momento? —pregunta, mirando alrededor como si no quisiera que nadie más escuchara.

Siento un ligero escalofrío, pero asiento y me acerco, dejando a Luigi unos pasos atrás.

—¿De qué se trata? —pregunto, sintiéndome ligeramente incómoda.

La enfermera saca algo de su bolsillo y me lo entrega con rapidez, como si estuviera haciendo algo prohibido. Es una revista.

—Esto no está bien —dice en voz baja—. Usted tiene derecho a saber la verdad sobre lo que está pasando.

Frunzo el ceño y bajó la mirada hacia la revista. En la portada hay una foto mía, claramente tomada hace meses. Junto a la imagen hay un titular que me deja sin aliento: