Donde el silencio habla

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Capítulo 11: Donde el silencio habla

POV Karime

La música vibraba en el aire, una mezcla de bajos potentes y risas despreocupadas que llenaban el exclusivo penthouse donde se llevaba a cabo la fiesta. La vista nocturna de la ciudad, con sus luces parpadeantes, parecía un reflejo de la confusión interna que llevaba días persiguiéndome. Micky me había insistido en venir, y aunque al principio me negué, algo en su tono de voz—quizás su preocupación—me convenció.

—Vamos, Karime —me había dicho, su mirada llena de intención—. Necesitas relajarte un poco, olvidarte del estrés del trabajo. Además, los chicos te extrañan.

Así que ahí estaba, con un vestido negro sencillo pero ajustado, copa en mano, escuchando las anécdotas de los amigos de Micky. Pero mi atención estaba lejos de la conversación. Estaba atrapada en un remolino de pensamientos, un nombre que no me abandonaba: Gala.

Intenté despejar mi mente observando a los presentes. La fiesta estaba llena de rostros conocidos: músicos, actores, empresarios. Algunos me saludaban con una sonrisa o un comentario casual, pero no lograban arrancarme de mi ensimismamiento.

Fue entonces cuando la vi. Alta, rubia, con una sonrisa que desbordaba seguridad. Sus ojos azules parecían brillar bajo las luces tenues, y no pasó mucho tiempo antes de que se acercara a mí.

—¿No te aburren estas fiestas? —preguntó, inclinándose lo suficiente como para que pudiera escucharla sobre la música.

Le devolví una sonrisa, más por cortesía que por interés. Pero algo en su energía desenfadada me intrigó.

—A veces, sí. Pero también tienen sus momentos.

—¿Y crees que este sea uno de ellos? —replicó, extendiendo una mano—. Soy Lena.

—Karime —respondí, aceptando su mano.

Antes de darme cuenta, me encontraba en la pista de baile con Lena. La música era una mezcla hipnotizante de bajos potentes y ritmos electrónicos, envolviendo cada movimiento de quienes bailaban. Lena, alta y segura, se movía como si el espacio a nuestro alrededor le perteneciera. Sus caderas seguían el ritmo con una precisión casi desafiante, mientras sus ojos azules permanecían fijos en los míos.

Al principio, traté de dejarme llevar. Me dije a mí misma que debía estar ahí, en el momento, disfrutando de la noche. ¿No era eso lo que había venido a hacer? Escapar de los pensamientos que me tenían atrapada, de las emociones que me pesaban como una cadena invisible. Lena era atractiva, encantadora, y claramente sabía lo que hacía. Sus manos encontraron mi cintura, ejerciendo una presión suave pero firme mientras su sonrisa coqueta sugería que no tenía intención de mantener las cosas inocentes por mucho tiempo.

Pero algo no encajaba.

Su cercanía, su perfume caro, incluso la forma en que sus dedos trazaban pequeños círculos en mi espalda... nada de eso lograba moverme. Mi cuerpo estaba ahí, pero mi mente se encontraba a kilómetros de distancia, atrapada en un pasado que no podía soltar.

"Gala." 

Su nombre surgió en mi mente como un susurro doloroso, tan nítido que casi me hizo detenerme en seco. Intenté ahogar la comparación que inevitablemente apareció: Gala, con su forma única de reír, de mirarme como si fuera la única persona en el mundo, de hacer que cada instante con ella se sintiera eterno. Lena no tenía nada de eso.

Mientras Lena hablaba, su voz apenas rompía el ruido de la música. Me sonreía, inclinándose ligeramente hacia mí, como si intentara establecer una conexión más profunda. Pero sus palabras no importaban. Solo eran un eco distante, una distracción que no lograba tapar el vacío que sentía en mi pecho.

El Precio de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora