El Precio de los Sueños

Platonik

Capítulo 14: Platonik

POV Gala

El primer día en Paramount había comenzado con una mezcla extraña de ansiedad y emoción. Lo había sentido desde que salí de mi departamento esa mañana. Parecía que todo en Los Ángeles se movía con una rapidez casi frenética, pero yo no podía dejar de sentir que mi vida estaba a punto de dar un giro definitivo. Esta nueva etapa, después de dejar Televisa, era un reto. Uno del que no podía echarme atrás.

Lo que no esperaba, sin embargo, era la forma en que todo el mundo en la oficina parecía estar absolutamente obsesionado con Karime. No solo la miraban con admiración, sino que, por alguna razón, parecían adorarla, seguirla, casi venerarla. A cada paso que daba, sentía cómo los ojos de los empleados se volvían hacia ella. Los murmullos a su alrededor eran inconfundibles. No tenía que ser muy observadora para darme cuenta de que muchos ya sabían de sus éxitos, de su fama, de su poder dentro de la industria. Y en esos murmullos, me di cuenta de algo más: estaban hablando de mi.

No pude evitar notar cómo algunos de los empleados se quedaban mirándome en cuanto entraba a las salas de reuniones. En cuanto me sentaba cerca de Karime, sentía el peso de sus miradas, la curiosidad. Mi llegada a Paramount había sido ampliamente cubierta en las redes sociales, y las reacciones no habían sido exactamente... amables. En las plataformas, mi supuesta mala actitud en televisa había sido tema de discusión. Algunas personas me consideraban "dura", "intolerante" o incluso "problemática". Otros se reían de mis desplantes, mis caras de disgusto, mis silencios incómodos. Y claro, todos se preguntaban por qué Karime y yo estábamos trabajando juntas.

El primer día, las reuniones fueron más intensas de lo que había imaginado. Karime lideraba cada discusión con la misma facilidad con la que solía dominar una conversación en cualquier otro ámbito. Su presencia era imponente, como un faro de confianza que se hacía notar, incluso en una sala llena de gente importante. Mientras tanto, yo me sentía como un extraño en territorio ajeno. No solo me costaba encontrar mi lugar, sino que sentía como si todo el mundo estuviera esperando que dijera algo brillante o que, de alguna manera, me equivocara.

En las reuniones, me tomaron por sorpresa muchas veces. Aportaba mis ideas, mis opiniones sobre el desarrollo del programa, pero Karime parecía menos receptiva que el día anterior. Quizá era porque, en algún lugar de su mente, yo ya había dejado de ser "la chica nueva" y me había convertido en una parte más del equipo. Pero en ese instante, me dio la sensación de que ya no le interesaba escuchar lo que tenía que decir. Y eso me incomodó.

Con cada minuto que pasaba, me sentía más fuera de lugar. Cuestionaba mis decisiones, todo lo que me había llevado hasta allí. Dejar la seguridad de Televisa, el confort de un entorno que conocía bien, donde todo estaba más o menos definido... ¿realmente valía la pena? Cada vez que Karime parecía ignorar lo que yo decía, me invadía la duda. Tal vez la vida que había dejado atrás era más segura, tal vez no era el momento de cambiar de rumbo, tal vez no tenía lo que se necesitaba para seguir el ritmo de alguien como Karime.

Pero, antes de que pudiera sumergirme más en mis pensamientos, la voz de Karime cortó el aire como un filo afilado.

—¿Por qué no cantas algo para el opening del programa? —dijo, mirando a todos los presentes en la sala con su sonrisa característica, esa sonrisa que era casi imposible de descifrar, como siempre profesional y controlada.

Lo dijo tan naturalmente, como si fuera lo más sencillo del mundo. Y eso me hizo detenerme en seco. Durante el tiempo que habíamos trabajado juntas, Karime nunca había dejado de sorprenderme. Parecía tener una capacidad única para ver más allá de lo obvio, de conectar los puntos de una manera que yo no sabía hacer. En ese momento, la sugerencia de Karime era como un cambio repentino en el viento, algo tan inesperado que, de inmediato, no pude evitar sentirme cautivada por la idea.