El Trofeo de Crista

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Capítulo 28: El Trofeo de Crista

POV Gala

El bullicio del lobby me golpeó como una ola. Había flashes, gritos de reporteros, preguntas lanzadas al aire sin ningún orden, y en el centro de todo, mi madre, caminando con paso firme como si esta fuera una alfombra roja. Yo, por otro lado, sentía mis piernas pesadas, como si cada paso me acercara a un precipicio.

Nunca había estado tan expuesta, al menos no según los recuerdos que tenía. El torrente de imágenes y sonidos era abrumador. La idea de enfrentar todo esto sin una idea clara de quién era o de lo que se esperaba de mí me hacía sudar frío.

—Camina recta, sonríe ligeramente, no te detengas hasta que estés en la mesa —susurró mi madre, girándose apenas para mirarme. Su voz era firme, como si cada palabra fuera una orden directa.

Me limité a asentir, incapaz de articular palabra. Mi mente estaba atrapada en la marea de rostros y cámaras que parecían estar cada vez más cerca.

Nos sentamos en una mesa al frente del lobby, decorada con un micrófono al centro y el logo del hotel detrás. Mi madre tomó el control de inmediato, agradeciendo la presencia de los medios y lanzando palabras que sonaban perfectamente calculadas para ganar simpatía.

—Ahora que Gala está aquí conmigo, finalmente puede contar su historia.

La sala se llenó de murmullos y una ráfaga de flashes. Tragué saliva, intentando controlar mi respiración.

—Señorita Montes —interrumpió un reportero, levantando la voz sobre los demás—, ¿podría contarnos qué sucedió exactamente el día del accidente?

Abrí la boca para responder, pero las palabras parecían atorarse en mi garganta.

—Fue... un accidente de coche —dije finalmente, mi voz apenas un murmullo que el micrófono amplificó por todo el salón.

El reportero parecía a punto de preguntar algo más cuando mi madre intervino.

—Fue más que un accidente, en realidad —dijo, su tono grave y lleno de indignación—. Gala no debería haber estado en ese coche. Karime Pindter, su "amiga", iba conduciendo bajo los efectos del alcohol y a exceso de velocidad.

Mi mente se congeló.

—¿Qué? —murmuré, girándome hacia mi madre, pero ella ni siquiera me miró.

—Ella no solo puso en peligro la vida de Gala, sino que también le ocultó información crucial cuando despertó del coma.

La sala estalló en murmullos y preguntas, los reporteros lanzando interrogantes que se superponían unas con otras.

No podía procesarlo. ¿Karime, conduciendo bebida? La idea no encajaba. En todo el tiempo que había pasado con ella, nunca había visto a Karime como alguien irresponsable. Pero antes de que pudiera articular alguna defensa, mi madre volvió a hablar, lanzando más acusaciones contra Karime y Beba.

—No solo fue su negligencia la que causó el accidente, sino que después se encargaron de aislarla de mí, de mantenerme alejada de mi propia hija.

Cada palabra era como un golpe. La habitación se sentía más pequeña, el aire más denso.

"¿Cómo puede hablar con tanta seguridad? ¿Es esto verdad?"

Las preguntas no cesaban, y yo me hundía más en mi silla, intentando encontrar una forma de salir de este torbellino.

—¿Recuerda cómo fue su primer día después del coma? —preguntó una reportera, inclinándose sobre el micrófono, su tono lleno de una curiosidad que me parecía demasiado intensa.

El Precio de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora