Fragmentos Perdidos

536 92 11
                                    

Capítulo 19: Fragmentos Perdidos

POV Karime

Cuando Gala abrió los ojos y me miró con esa expresión vacía, mi corazón se detuvo. No era posible, no podía ser verdad. Mis pensamientos se aceleraron, pero mi cuerpo permaneció inmóvil. La respiración se me cortó mientras trataba de aferrarme a la esperanza de que todo esto fuera una mala broma. Pero no lo era. Gala, mi Gala, la mujer que había sido parte de mi vida, me miraba como si fuera una extraña. Y peor aún, me preguntaba quién era yo.

Antes de que pudiera responder, Beba irrumpió en la habitación, su cara pálida y asustada. Parecía que había corrido por los pasillos, seguramente en busca de un médico, pero volvía sola. Sin embargo, ver que Gala la reconoció al instante me dio una pequeña chispa de alivio. Al menos no la había olvidado por completo. No sé qué sentí más intensamente: la tristeza de saber que no me recordaba, o el alivio de ver que aún había algo en ella que se mantenía intacto.

Beba salió disparada de nuevo en busca de ayuda, y el médico llegó poco después. Yo me quedé ahí, inmóvil, con la sensación de estar flotando fuera de mi cuerpo, como si todo estuviera sucediendo en cámara lenta. Ellos comenzaron a revisar a Gala, y yo me sentía como una espectadora en la escena de mi propia vida, incapaz de intervenir, incapaz de comprender qué estaba pasando. Era todo tan surrealista. ¿Cómo podía ser que todo lo que habíamos vivido juntas no significara nada para ella ahora?

El médico me pidió que saliera mientras realizaba los exámenes. Ni siquiera me di cuenta de cuando me moví, pero cuando finalmente salí al pasillo, el peso de la situación me golpeó de nuevo. Me apoyé contra la pared, cerrando los ojos mientras intentaba ordenar mis pensamientos. Necesitaba que todo esto fuera solo una pesadilla. Que Gala despertara y me mirara con ese brillo en los ojos que siempre había tenido cuando estábamos juntas. Pero no era una pesadilla. Era la realidad, la cruel realidad que ahora debía enfrentar.

Beba apareció poco después, y no pude evitar ver cómo su rostro reflejaba la misma devastación que sentía yo. Nadie podía entender lo que estaba pasando. ¿Cómo se explicaba algo así? ¿Cómo podía ser que la persona que compartió tantos momentos conmigo, que fue mi confidente, mi amor, ya no me reconociera?

El médico se acercó a nosotras, y su rostro mostraba una seriedad que no presagiaba nada bueno. Comenzó a explicarnos que, físicamente, Gala estaba estable. No había sufrido daños permanentes por el accidente, aunque algunas lesiones menores estaban curando lentamente. Sin embargo, lo que nos dejó heladas fue lo que dijo después: La inflamación cerebral ha afectado su memoria reciente. Ha perdido los últimos siete años de su vida. En este momento, no recuerda nada de lo que ha vivido en ese tiempo.

Las palabras del médico fueron como un golpe directo al corazón. Siete años. Gala no recordaba nada de eso. No recordaba nuestra historia. No recordaba mi nombre.

Mi cabeza daba vueltas. Siete años, pensaba. Todo lo que vivimos juntas... todo lo que significamos la una para la otra... ¿Era solo un sueño para ella ahora? ¿Algo que se desvaneció al despertar de este horrible coma?

Gala me había olvidado. Mi mente se resistía a aceptar lo que me estaba diciendo el médico. No podía ser. Me aferraba a la esperanza de que ella simplemente necesitaba tiempo para despertar por completo, que su memoria regresaría gradualmente. Pero la mirada perdida que había visto en sus ojos cuando me preguntó quién era yo, esa mirada, me decía lo contrario. Estaba vacía, vacía de mí. De nosotras.

Beba se tambaleó y se apoyó en la pared, palideciendo. La había visto pasar por muchas cosas, pero esto, esto la desbordó. No pude hacer nada más que mirarla en silencio, mis propias emociones tan mezcladas que no sabía si llorar, gritar o simplemente quedarme quieta.

El Precio de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora