Gritos del Corazón

513 81 21
                                    

Capítulo 25: Gritos del Corazón

POV Karime

La puerta de la cocina se cerró detrás de Gala con un golpe seco, dejándome sola en un silencio que no sabía cómo soportar. Mi respiración era rápida, y mi pecho subía y bajaba como si acabara de correr una maratón, pero no por esfuerzo físico, sino por la carga emocional que acababa de enfrentar.

El eco de sus palabras seguía retumbando en mi mente, cada una como una daga que no dejaba de girar en mi pecho: "No necesito más mentiras, Karime. No de ti."

No de mí.

Apoyé las manos en el borde de la mesa, buscando estabilidad, pero mi cuerpo se sentía como una marioneta a punto de colapsar. Las lágrimas que había intentado contener desde que Gala había entrado en mi espacio finalmente encontraron su camino, deslizándose por mis mejillas. No las detuve. No tenía fuerzas para eso.

¿Cómo había llegado todo a este punto? Había hecho todo lo posible por seguir las indicaciones de los médicos, por protegerla, por no sobrecargarla. Pero ahora parecía que cada decisión que tomé, cada verdad que omití, solo había servido para alejarla más.

Y el beso...

Cerré los ojos, recordando la intensidad de ese momento. La furia en sus labios, mezclada con una pasión que no podía negar. Había algo en ese beso que me dejó temblando, algo que me obligó a enfrentar una verdad que siempre sabía que existía pero que ahora ya no podía negar más: mis sentimientos por Gala nunca se habían desvanecido, por el contrario crecen con cada día que pasa. Pero, ¿qué valor tenían esos sentimientos ahora, cuando ella me veía como una mentirosa?

—¿Karime?

La voz de Micky me sacó de mis pensamientos. Levanté la mirada y lo vi en el marco de la puerta, su expresión una mezcla de preocupación y cautela.

—¿Estás bien? —preguntó, aunque su tono indicaba que ya sabía la respuesta.

—No —admití, mi voz rota.

Micky cerró la puerta detrás de él y cruzó la cocina, sentándose en una de las sillas frente a mí. Por un momento, no dijo nada, simplemente me observó, dejando que el silencio llenara el espacio entre nosotros. Pero no era un silencio incómodo. Era uno que parecía invitarme a hablar.

—Lo arruiné —dije finalmente, mi voz apenas un susurro.

Micky arqueó una ceja, como si no estuviera convencido.

—¿Qué arruinaste?

—Todo. Gala... nuestra relación, lo poco que había logrado reconstruir con ella... Todo.

Micky se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en la mesa.

—No creo que lo hayas arruinado. Pero claramente hay algo que no está funcionando, ¿no?

Asentí, incapaz de decir algo más.

—Vi lo que pasó —continuó, su tono suave pero firme—. No quería interrumpir, pero estaba cerca y... escuché lo suficiente.

El calor subió a mis mejillas al saber que alguien había sido testigo de mi momento más vulnerable.

—No tenía intención de quedarme ahí —añadió rápidamente, como si leyera mi incomodidad—, pero me preocupé por ti. Y por Gala.

Suspiré, pasando una mano por mi rostro.

—Ella está furiosa conmigo. No puedo culparla. Siente que le he mentido, y tal vez tenga razón.

El Precio de los SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora