Se vería a Gojo apoyado de uno de los laterales del barco.
Gojo: -Sonriendo con una mano en la cara- Shishishi, pienso hacer este mundo más divertido, no se lo pierdan.
No me pertenecen los personajes y las imagenes utilizadas en esta historia, créd...
El grupo de Luffy, Nami y Robin emergió de entre la espesa vegetación de Skypiea. Tras horas de abrirse paso entre raíces retorcidas y hojas gigantes, llegaron a un claro donde se revelaba un espectáculo digno de leyendas.
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Ante sus ojos se alzaba la legendaria Ciudad de Oro. Columnas desgastadas y edificios cubiertos de oro se erguían imponentes, sus superficies brillantes parcialmente devoradas por la jungla.
Árboles gigantes rodeaban la ciudad, con raíces que se entrelazaban entre las ruinas.
Nami: —Con los ojos brillando como nunca antes, apenas conteniendo su entusiasmo— ¡Esto... esto es todo oro! ¡Es una fortuna incalculable!
Robin: —Observando con calma, leve sonrisa— Es mucho más que oro, Nami. Esto es historia viva, una ventana al pasado.
Con pasos cuidadosos, Robin avanzó entre las ruinas, pasando sus manos por las inscripciones talladas en los muros dorados.
Luffy: —Saltando de un lado a otro, completamente fascinada— ¡Miren esto! ¡Todo es dorado! ¡Hasta el suelo brilla!
Con la energía inagotable que la caracterizaba, Luffy corría y brincaba entre las columnas doradas, riendo mientras sus sandalias resonaban contra las superficies metálicas.
De repente, algo captó su atención: una estructura imponente en el centro de la ciudad. Allí, rodeada por columnas caídas y escombros dorados, se alzaba una gigantesca campana dorada, tan majestuosa que parecía desafiar el paso del tiempo.
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Luffy: —Con los ojos desorbitados y una sonrisa que iba de oreja a oreja— ¡Es enorme!
Sin poder contener su curiosidad, Luffy se impulsó con sus brazos de goma hacia la cima de la campana.
Nami: —Alarmada, señalándola con un gesto brusco— ¡Luffy, espera! ¡Podría ser peligroso!
Pero detener a Luffy era tan inútil como intentar detener una tormenta. Con un par de movimientos rápidos, ya estaba en lo más alto, contemplando el panorama dorado que se extendía ante ella.