Había llegado el día, la ansiedad por el momento me hizo sentir que los días eran más largos, que las horas pasaban lento. Te busque a la hora acordada para irnos a comer.
Al salir por la puerta quede asombrado, tenias puesta una camisa blanca con los primeros tres botones desprendidos, lo cual te hacia lucir un escote generoso, pero sin enseñar de más. Elegiste acompañarla con un pantalón de color oscuro, que acentuaba tus caderas y te hacían ver muy sensual al caminar. Al preferir los calzados cómodos completaste ese look con un delicado par de sandalias junto a una cartera color negra. A penas tenías algo de maquillaje, un peinado sencillo, lo cual sinceramente te hacía ver deslumbrante.
Fue una cena en la que el tiempo pareció volar, comimos mientras reíamos de anécdotas y ocurrencias. Al momento de terminar el postre me dijiste que aún era temprano, que podríamos pasear un rato.
Pese a no ser día de semana las calles estaban bastante vacías. Luego de varios minutos me dijiste que necesitabas ir al baño. Te ofrecí ir a mi casa y te pareció buena idea.
Al llegar te indique donde estaba el baño, me senté en una silla dando la espalda donde habías entrado. Me hiciste algunas preguntas desde el baño, oí la puerta abrirse, al darme vuelta no podía creer lo increíble que te veías.
Tenias puesto una especie de camisolin semitransparente de color negro, se podía apreciar tus curvas y la silueta de tus pechos, se podía apreciar esa fina pieza de color negro que tapaba tu intimidad y habías soltado tu pelo, dándote un aspecto aún más sensual.
Te acercaste lentamente, no podía apartar la mirada del movimiento de tus caderas al caminar. Quise levantarme pero lo evitaste poniendo tu mano en mi pecho. Me diste un beso suave, largo, lleno de pasión.
Separaste mis piernas y te paraste en medio sin dejar de besarnos. Quitaste mi remera, tomaste mi mano y nos dirigimos la habitación. Caminaba detrás y admiraba tu andar. Quitaste mi pantalón, me senté en la cama y subiste junto a mi. Nos besamos sin pausa, sentía tu respiración en mi cuello, mis manos acariciaban tu espalda mientras sentía tus besos en mi piel, tus piernas rodeaban mi cintura mientras nuestras manos se entrelazaban, tus caderas se movían lentamente haciendo que sientas mi ereccion en tu ropa interior, te detuviste, te incorporaste sobre mi y mirándonos a los ojos te pusiste de pie, quitaste lo que quedaba de mi ropa y te arrodillaste delante mio. Tomaste mi ereccion y mirándome a los ojos lo introdujiste en la boca.
Era una sensación sin igual, tu cabeza subia y bajaba acompañada por el movimiento de tu mano. Acariciaba tu cabeza y tu espalda mientras te decía lo increíble que se sentía, luego de unos instantes te detuviste.
Te paraste delante mío, sin dudarlo mis manos recorrieron tus piernas, acaricié tus muslos y te di una nalgada a la vez que tus brazos rodearon mi cuello. Mis manos subieron por tu espalda, deslice los breteles del camisolin al llegar a tus hombros.
La suave tela cayó deslizándose por tu piel dejando tus pechos desnudos, quedándote vestida solo por esa pequeña y delicada pieza de tela que cubría tu intimidad.
Mis manos acariciaron tus pechos desnudos, los tomé, los besé y succione tus pezones mientras los acariciaba con la yema de los dedos. Tus suaves gemidos y los sutiles movimientos de tu cuerpo me indicaban el camino a seguir.
Tomaste mi pelo, levantaste mi rostro y me besaste, mis manos acariciaron tu silueta silueta hasta tu cintura, deslice tu ropa interior hasta quitarla. Me recosté en la cama sin dejar de besarte mientras tus piernas rodeaban mi cintura y te sentabas arriba mio.
Suavemente me deslice en tu interior, en esa posición tus caderas se movían ritmicamente, podía sentir como bajabas, te movias hacia atrás, tu cuerpo subir y hacerse suavemente hacia delante para volver a repetir. Tus manos apoyadas en mi pecho me dejaban disfrutar del poder ver como tus hermosas tetas rebotaban acompañando el movimiento de tu cuerpo. Estuvimos así varios minutos hasta que te pusiste en cuatro. Era un espectáculo sin igual poder verte en esa posición.
Te penetre sin dudar, en un solo movimiento. Una de mis manos tomaba tu cintura mientras la otra tomaba tu cabello. Acariciaba tu espalda y tomaba tus hombros mientras oía nuestros cuerpos chocar y dejabas escapar algunos suaves gemidos. Me miraste por encima de tu hombro y mordiste tus labios de manera provocativa.
Giraste en la cama sin déjarme salir de tu interior. Tus piernas reposaban en mis hombros mientras mis manos tomaban tus pechos. Nuestros cuerpos se movían al unísono, haciendo que solo el deseo y el placer fueran nuestros guías en ese momento. Tus piernas rodearon mi cintura, tus manos rodearon mi cuello y mientras nos fundiamos en besos y caricias pudimos sentir a la vez como nuestra piel parecía quemar, estando bañados en sudor sentimos nuestros corazones acelerarse a la vez que entre gemidos nuestros cuerpos temblaron, sentiste como acabe dentro tuyo a la vez que sentí como tu vagina se contraia por el orgasmo .
Entre jadeos nos besamos, mi cuerpo reposo sobre el tuyo sin dejarte de penetrar, con tus piernas en mi cintura y tus brazos en el cuello me miraste a los ojos mientras me preguntabas si había disfrutado de mi regalo. Te besé, sonreí y te dije que jamas imagine que me podría sentir así de feliz. Sonreíste y dijiste que aún quedaba mucha noche por delante para seguir disfrutando...