˗ˏˋ ★ 𝟱𝟯 - 𝗱𝗼𝗯𝗹𝗲 𝘃𝗶𝗱𝗮 ★ ˎˊ˗

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Nicole:

Al otro día, Mateo no salía de su habitación. En cambio, era yo entraba a ver cómo estaba. La habitación estaba oscura, con las cortinas cerradas, y el aire estaba lleno del olor a medicina y a sudor.

Amor, ¿pero cuánto picante comiste que te hizo tan mal? — consulté tocando su frente para corroborar que no tuviera fiebre. Su piel estaba caliente y sudorosa, pero no tenía fiebre — por suerte tu temperatura está bien... — agregué, sintiendo un poco de alivio.

Mateo se movió un poco en la cama, haciéndome un lugar a su lado.

— Me comí... cuatro o cinco tacos con esa salsa — aclaró pausadamente, disfrutando de mi contacto. Su voz era suave y ronca, y me hacía sentir una oleada de ternura hacia él — no sé qué onda, pero me cayeron re mal — termino de decir, cerrando los ojos y dejando que su cabeza se hundiera en la almohada.

Me acosté a su lado, apoyando la cabeza en su pecho y rodeando su cintura con mis brazos.

— ¿Entonces tampoco vas a ir a pasear con nosotros? — indagué, sintiendo un poco de tristeza.

Abrió los ojos, volteó su cabeza y me beso la frente.

— No amor... perdón — susurró — prometo recompensarte en Buenos Aires, pero vos anda... anda y gástate toda la plata de ese gorreado

¿Y si te traigo más remedios? — le propuse jugando con mis dedos en su abdomen — no quiero que pases el resto de los días acá encerrado, matu

Seguramente mañana voy a estar bien, hadita — me abrazó con fuerza — es solo un dolor de panza pero que ahora me tiene con un poco de paja

Suspire y asentí.

No quiero irme — me queje sintiendo como mi cabeza se movía al ritmo de la calmada respiración del morocho — quiero quedarme con vos

Está todo bien mi amor... anda tranquila — acaricio mi cuero cabelludo con suavidad — y en la noche... si no arrugas, venís y dormís conmigo

Lo empuje levemente escuchándolo reír.

Vos sos el que arruga y después me dice que no, que nos pueden descubrir y que no se que — chasquee la lengua — llorón

Suspiró sin dejar de reír, envolviendo mi cuerpo con sus brazos transmitiéndome una calidez placentera, y llenando mis fosas nasales de su olor.

— Amo sentirte cerca ma... pero te tenes que ir — susurró y yo me aferre aun más a su abrazo

Un ratito más — le pedí

— Si la hadita se queda un ratito más, el gorreado la va a venir a buscar... y justo ahora, el caballero que siempre la salva no puede hacerlo — me explicó arrastrando un poco las palabras

¿Nadamos cuando vuelva? — consulté luego de suspirar — si te sentís mal, no... pero si en una de esas si...

Dale, preciosa — dejó un último beso en mi frente y me soltó — anda

Bufé y, sin muchas ganas, me levante de la cama. Deje un corto beso en los labios del ojimarron y empecé a caminar hacia la salida. El sonido de mis pies arrastrados por el suelo resonaba en la habitación, rompiendo el silencio.

— Nicole — me llamó Mateo, haciendo que girara mi cuerpo para mirarlo — te amo

Yo te amo más — le largue un beso haciéndolo sonreír — te veo en un... rato

Al salir, me encontré a Matías esperándome en el jardín. Estaba concentrado en su celular y no noto mi presencia hasta que me tuvo a unos pocos centímetros.

— Mamá todavía no está lista — me informó mirándome de reojo — dijo que la esperáramos acá

Me limite a asentir con la cabeza y a no dejar que las actitudes del hijo mayor de Juliana, me arruinaran el viaje.

El sol brillaba intensamente en el jardín, pero no lograba calentar el ambiente tenso que se había creado entre nosotros. Matías estaba concentrado en su celular, con una expresión seria y distante que me hacía sentir incómoda.

No podía dejar de pensar en Mateo, en la forma en que me había besado y me había dicho que me amaba. Me sentía culpable por estar en este lugar fingiendo ser la novia perfecta de Matías, cuando mi corazón pertenecía a otro. El peso de la mentira que estaba viviendo se estaba volviendo cada vez más difícil de soportar.

Cuando Juliana salió, me forcé a sonreír, intentando disimular mi incomodidad. Matías se guardó el celular en el bolsillo y se levantó, estirándose un poco antes de seguir a su mamá hacia el coche. Yo los seguí, sintiendo un peso en el estómago y una sensación extraña que no podía sacudir.

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q onda q onda, medio caca el capítulo

𝐈𝐍𝐅𝐈𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora