— Basta, Mateo — Nicole ingresó a mi antigua habitación justo detrás de mi — ¿por qué haces que tu papá la pase mal en su cumpleaños?
— Ellos sabían todo, y me lo ocultaron — levanté el tono de voz sacándome la campera y tirándola en la esquina de la habitación
— Por que yo se los pedí, yo — hizo incapie en el yo a la vez que se tocaba el pecho — aun así, no deberías de haberte portado de esa manera, Pedro se puso mal
— ¿Por que tomaste la increíble decisión de no contarme lo del fallecimiento de tus papás cuando pasó?
— Por esto mismo, Mateo — habló igual de alterada que yo acercándose a la ventana frente a la que me había parado — porqué sabía lo mucho que los querías y no quería verte sufrir
— Muy considerado de tu parte
— Y me fui a España porque no sabía que hacer boludo, pensaba que nunca más te iba a volver a ver y que te iba a ahorrar el momento de tristeza
— Fue una decisión horrible, Nicole — la miré y noté que la luz de la luna reflejaba su cara de enojo — quisiste protegerme pero al final no tuviste en cuenta nada de lo que yo iba a sentir cuando me enterara
Se quedó en silencio por unos cuantos segundos, solo observándome.
— Perdón, no fue mi intención lastimarte, en ningún momento
Suspire y no respondí.
— Aún así podríamos haberlo hablado tranquilos antes de venir, pero no, preferiste ignorarme todos estos días y pasearte con tu noviecita por todos lados — se cruzó de brazos y desvió la vista a la calle
— ¿Y que? — me acerqué a ella logrando que cruzáramos miradas — ¿te pones celosa hadita?
— Que bipolar que sos, anda al psicólogo
— Te morís de ganas de ser ella, ¿cierto?
— No — respondió segura
— ¿Ah no? — mordí mi labio inferior agarrándola de la cintura
— No — tragó saliva — me besaste y después me ignoraste paseándote con esa fea
— Ninguna besa como vos, lo sabes ¿no?
— Anda a cagar — me empujó levemente — chamullero, me haces hervir la sangre de la bronca
— ¿Y te crees que a mi no me hervía la sangre viéndote de acá para allá con Matías jugando a ser una parejita perfecta? — indague agarrándola y arrinconándola contra la pared — me pone del orto verte con el, te lo juro
Me miró relamiendo sus labios, y llegue a la conclusión de que era el momento perfecto para confesarle lo que sentía.
— Me gustaste desde siempre Nicole y me desespera no poder tenerte — hablé sintiendo como el pecho de la morocha se movía agitado — me desesperaba saber que no era yo a quien amabas, o el que te tocaba hasta que gritabas su nombre
Me quede callado, observando su reacción.
— Estoy loca por vos — objeto luego de unos segundos en los que seguro debatía que hacer— lo estoy desde que íbamos a la secundaria juntos
— ¿Qué?
— Me encantabas, y lo haces ahora — continuo diciendo — pero en ese entonces te estabas empezando a hacer conocido y yo tenía miedo de que la gente me dijera interesada, aunque también puede pasar ahora pero equis
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