˗ˏˋ ★ 𝟲𝟵 - 𝘀𝗼𝗹𝗮𝗺𝗲𝗻𝘁𝗲 𝗲𝘀𝘁𝗼𝘆 𝗽𝗮' 𝘁𝗶 ★ ˎˊ˗

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Nicole:

Me desperté en medio de la noche, sintiendo el aire fresco entrar por la ventana y refrescar mi rostro. La oscuridad era casi total, solo interrumpida por la luz de la luna que se filtraba por las cortinas. Me senté en la cama y miré a mi alrededor, buscando a Mateo, pero no estaba allí. No había notado desde cuándo se había ido, pero su ausencia era palpable.

Me levanté de la cama y salí al pasillo, siguiendo el sonido de un llanto desesperado que parecía venir de afuera. Mis pasos resonaban en el piso helado de madera, que crujía con cada movimiento. La casa estaba en silencio, excepto por los sollozos y el viento que se filtraba por las ventanas.

Salí de la casa y me encontré con el ojimarron sentado en la escalera del pórtico. Estaba agachado, tapándose el rostro con las manos, y su cuerpo se sacudía con cada sollozo. Me senté a su lado, en silencio, para no molestarlo.

— ¿Por qué nos pasan estas cosas a nosotros, hadita? — preguntó, levantando la vista y permitiéndome ver que estaba sosteniendo un segundo test de embarazo, que me hice en Buenos Aires, para corroborar la gestación. Mi corazón se detuvo al verlo, y sentí un golpe de dolor y tristeza — no le hacemos daño a nadie... y nos pasa una tras otra

— La vida es... injusta, a veces — suspiré, apoyando mi cabeza en su hombro.

Mateo me rodeó con su brazo, y me apretó contra él. Sentí su calor y su presencia, y me sentí un poco más segura en ese momento de vulnerabilidad.

— Vos sos... todo para mí — susurró tocando mi mano — y te prometo que nunca voy a dejarte sola

Sentí un escalofrío en la espalda al escuchar sus palabras. Levanté la vista y lo miré a los ojos. Vi la sinceridad y el amor en su mirada, así que le sonreí, uniendo nuestras manos.

— Gracias por todo, matu — le dije, con mi voz apenas audible — sin tu compañía esto sería aún más difícil.

Él sonrió, y me besó suavemente en la frente. Luego, llevó nuestras manos a sus labios y me besó la palma.

— Sos la mujer más fuerte que he conocido, hadita — exclamó — realmente admiro todo de vos.

Se me formo un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Me apreté contra él, y lo besé suavemente en la boca. Mateo me devolvió el beso, y al separarnos, me acarició la cara.

Hace frío... sería mejor que entremos para que no nos resfriemos

[...]

Me senté en el pórtico, con mi caballete, mi lienzo y mis acuarelas. Lina y Pac, jugaban en el jardín, corriendo y saltando entre los tulipanes que Mateo estaba regando. El sol brillaba intensamente en el cielo, y su luz cálida los iluminaba sutilmente.

Tomé mi pincel y comencé a pintar, dejando que los colores y las formas fluyeran libremente en el lienzo. Pinté una serie de líneas y formas abstractas, que parecían danzar y adaptarse perfectamente a lo que yo estaba sintiendo.

El ojimarron se acercó a mí, con una sonrisa en su rostro.

—Es hermoso lo que haces — dijo, mirando el lienzo. — deberías mostrarlo... la gente necesita ver esto.

Me sentí un poco emocionada al escuchar sus palabras. Me gustaba la idea de compartir mi arte con los demás, pero siempre había tenido miedo de ser juzgada o rechazada.

¿Realmente crees que alguien se interesaría? — pregunté, sonriendo un poco al verlo asentir con la cabeza.

—Sí, lo creo, mi amor — me animo besando mi cuero cabelludo — tu arte es una parte de vos, y es algo hermoso... sería lindo compartirlo con el mundo.

Me sentí un poco más tranquila, sabiendo que Mateo creía en mí y en mis capacidades. Seguí pintando, dejando que los colores y las formas fluyeran libremente en el lienzo, mientras me replanteaba aquella propuesta.

[...]

Amo los tulipanes — le conté al morocho de rulos mientras los regábamos juntos — me sube el ánimo despertarme y verlos moviéndose despacito con el viento

— Mi plan era que siempre tuvieras muchas florcitas lindas de colores que te inspiraran para pintar — comenzó a explicarme agachándose para arrancar una gerbera rosa y ponerla en mi oreja — por eso mi papá me ayudo a buscar personas que las plantarán y me enseñarán a cuidarlas... así que, soy jardinero también

— ¿Cuando la compraste? — consulté observándolo con una sonrisa

— ¿Te acordas cuando viajamos a Italia? — indagó él y yo asentí — cuando llegamos de ese viaje, compré la casa y fui manejando los arreglos desde Buenos Aires... aunque mi papá se hacía uno que otro viajecito para acá para ver que todo estuviera saliendo como yo quería y en Cancún... esa vez que me mando un mensaje que le dije que sacara plata de mi cuenta era relacionado a esto... pero no exactamente con la casita

¿Con que, entonces? — dude frunciendo el ceño

— Es un secreto, hadita — dejó un beso ruidoso en mi mejilla y se alejó unos cuantos pasos, dejándome con una duda latente dándome vueltas por la cabeza.

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q onda lindotaaaaas :)

𝐈𝐍𝐅𝐈𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora