— Ya le llevo todo — le dije a Juliana que me esperaba afuera de la farmacia, bajo el sol cegador que se reflejaba en las ventanas de la tienda. Mientras le compraba remedios a Mateo bajo la excusa de que él me los había pedido
Ella asintió y me recibió la bolsa que guardo dentro de otra bolsa, para no llevarla en la mano. Luego suspiró, mirando a su alrededor como buscando a alguien.
— ¿Y Matías? — indague al no verlo cerca de nosotras.
— No tengo ni la más mínima idea — contestó pausadamente, sacudiendo la cabeza — le sonó el celular y se fue a hablar por teléfono, pero no vi para dónde — agregó, encogiéndose de hombros.
— Podríamos adelantarnos, seguramente va a encontramos en unos minutos — propuse
— Me parece bien... avísale que vamos a hacer eso — me pidió comenzando a caminar
Me sentí un poco aliviada de que no siguiera presionando a Matías para que regresara. La verdad es que no sabía dónde estaba, y me sentía en paz si él no estaba cerca.
Juliana se detuvo frente a una tienda de ropa y se giró hacia mí.
— Nicole, mira — dijo, sonriendo mientras señalaba un vestido blanco corto, que tenía voladitos — te quedaría hermoso para la cena de mañana en la playa
Me sentí un poco incómoda. No había pensado en la cena de la noche siguiente, y menos en qué ropa ponerme. Solo pensaba en Mateo, y en qué se mejorará para poder pasar tiempo juntos.
— No sé, Juli — exclame indecisa — no quiero gastar plata en algo que no voy a usar más de una vez
— Tranquila, vos hace de cuenta de que es... un regalo de Matías — me mostró su tarjeta de crédito — además el blanco te queda hermoso
Suspiré y luego de pensarlo unos segundos, acepté. Me sentía extraña por estar aceptando algo que realmente no quería, pero la mamá de los Corazzina se veía tan emocionada que me daba lástima decirle que no.
Ingresamos al local y Juliana pidió el vestido para que yo me lo probara. La vendedora, una mujer amable con una amplia sonrisa, nos llevó a un probador pequeño, iluminado con luces tenues, en la parte trasera de la tienda.
El vestido, ajustado en la parte del vientre y con volados que resaltaban mis caderas, me quedaba perfecto, se ajustaba a mis curvas de manera que me hacía sentir como si estuviese hecho a mi medida. Pero a pesar de lo hermosa que me veía, no podía evitar sentirme un poco incómoda. Me sentía como si estuviera fingiendo ser alguien que no era.
— ¿Como te queda? — consultó la mujer desde afuera del vestidor
Abri la cortina para que pudiera verlo por si misma y sonreí falsamente.
— Te queda... bellísimo — dijo mirándome lentamente de arriba a abajo
Me sentí un poco incómoda bajo su mirada intensa, pero intenté mantener la sonrisa en mi rostro. Justo cuando estaba a punto de cerrar la cortina de nuevo, escuché la voz de Matías detrás de mí.
— ¿Qué hacen? — preguntó, con un tono de voz ligeramente curioso.
Me giré para verlo, y noté que estaba parado a unos cuantos centímetros de mi, abalizándome con una expresión que no podía descifrar.
— Estamos eligiendo un vestido para la cena de mañana — le explico su mamá, señalando el vestido que yo llevaba puesto.
Matías me miró de nuevo, y esta vez pude ver una pizca de sorpresa en su rostro.
— ¿Te gusta? — indagó, con un tono suave — te queda bastante lindo
— Si, me gusta — conteste observando mi reflejo en el espejo — pero, ¿es necesario? tengo ropa blanca en mi valija si es lo que tengo que ponerme
— No empeces amor, dale — el ojimarron se acercó rápidamente para hablarme al oído — déjate consentir
Lo observé de reojo y asentí. Cerré la cortina del probador y comencé a desvestirme, quitándome el vestido blanco que Juliana me había insistido en que me probara. Me sentí un poco aliviada de quitármelo, ya que me había sentido un poco incómoda con la atención que Matías me había estado prestando.
Pero justo cuando la prenda estaba cayendo por mis piernas, sentí un leve mareo que me desequilibró. Me apoye en la pared del probador para no caerme y cerré los ojos, intentando recuperar el equilibrio.
Me senté en el banco que estaba en una esquina, intentando calmarme y recuperar la respiración. Pero el mareo no se pasaba, y empecé a sentir un poco de pánico. ¿Y si tenía la presión demasiado baja y no me había dado cuenta? ¿Y si...?
De repente, escuché la voz del mayor de los Corazzina desde afuera del probador.
— Amor, ¿estás bien? — preguntó, su voz ligeramente preocupada. — te estoy esperando para pagar el vestido
Me levanté del banco, intentando sacudirme el mareo. Me sentía un poco más estable, pero todavía me sentía un poco incómoda.
— Estoy bien — respondí, intentando sonar convincente — solo necesito un momento.
Matías no respondió, pero pude escuchar sus pasos alejándose unos centímetros. Me tomé un momento para respirar profundamente y calmarme antes de abrir la cortina del probador y salir.
— ¿Listo, linda? — preguntó, señalando el vestido que yo había dejado sobre el mostrador.
Asentí y Matías se acercó a la caja para pagar. Mientras esperaba, no pude evitar sentir una sensación de alivio al pensar que pronto estaría de regreso en la cabaña, con Mateo. Rogaba llegar allí lo antes posible, para poder nadar con él en la pileta y después dormir a su lado. Quería olvidarme de la mala sensación que me había dejado el mareo y simplemente disfrutar del tiempo con él.
Realmente lo necesitaba.
•──•─•──•✦•──•─•──•
pd: hice trampa y publiqué dos capítulos narrados por nicki en vez d uno y uno 😔
el vestido es este:
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.