˗ˏˋ ★ 𝗲𝘅𝘁𝗿𝗮 𝗜𝗜𝗜; 𝘀𝗼𝗹𝗰𝗶𝘁𝗼 𝘆 𝗰𝗮𝘀𝘁𝗶𝗹𝗹𝗼𝘀 𝗱𝗲 𝗮𝗿𝗲𝗻𝗮 ★ ˎˊ˗

197 34 45
                                    

El sol intenso hacía que la arena se sintiera levemente caliente, generándole un pequeño ardor a las plantas de mis pies. El viento agradable, llevaba consigo el olor a sal y a mar, que me hacía sentir vivo y conectado con el ambiente que me rodeaba. Pero, aparentemente, no todos compartían mi entusiasmo: Liana, con su traje de baño color verde menta y margaritas, estornudaba repetidas veces, enojándose cada vez más. Su pequeño rostro se fruncía de irritación, y sus ojos se llenaban de lágrimas.

Nicole, que caminaba a mi lado, sonreía divertida mientras miraba a la mini Corazzina Cucco. Su piel blanca había adquirido un ligero bronceado, lo que hacía que su bikini celeste claro con el borde azul se destacara perfectamente, junto a una bermuda de jeans desgastada, que le daba un toque de estilo relajado. Su cabello oscuro estaba atado con una traba en forma de flor, que resaltaba entre los mechones. Mientras que, sus ojos verdes brillaban con diversión, al ver a nuestra hija jugar libremente.

Disfrutaba la compañía de ambas, pero no podía evitar concentrarme en los hombres que pasaban por nuestro lado, mirando a mi mujer sin un poco de respeto.

— ¿Qué miran tanto? — consulté, observando con mala cara a un grupo de varones que acaba de pasar. Ella se subió los lentes hasta la altura de su cabeza y me miró con una ceja levantada.

— ¿Quiénes, amor? — preguntó, con un tono confundido.

Esos giles — los señalé con la cabeza, chasqueando la lengua con desdén — ¿qué tienen que estar mirando? que se paren de mano si se la aguantan.

Nicole deslizó el toallon de Lia por sus hombros y se lo puso sobre su pecho, cubriéndose un poco más.

— ¿Debería haberme puesto otra bikini, matu? — consultó, haciendo una mueca y frunciendo el ceño — capaz parezco una trola de mierda — su voz tembló un poco, y pude escuchar la inseguridad detrás de sus palabras — mejor me quedo... así

No, hadita... vos estás hermosa como siempre — aclaré, rodeando su espalda baja con mi brazo y dándole un apretón suave — pero estos son unos pajeros que no respetan nada.

Suspiró, haciendo puchero, y su mirada se desvió hacia unas mujeres que estaban a unos cuantos pasos.

— Hasta las señoras me están mirando feo — susurró con un tono notablemente inseguro, señalándolas con la vista — seguramente deben decir "ay que desubicada esa, con marido e hija y se viste mostrando todo".

Li, ¿qué pensas de cómo se ve mamá hoy con su bikini celeste? — interrogué, llamando la atención de la pequeña ojiverde que estaba tarareando "el twist del monoliso" de María Elena Walsh en voz baja mientras movía hacia adelante y hacia atrás, a su juguete favorito, un dragón de peluche que le regaló su tío Cami. Al escucharme, se detuvo y me miró con ojos curiosos, luego se volvió hacia Nicole y la examinó de arriba a abajo.

— ¡Mamá, ¿por qué te pusiste eso?! — preguntó frunciendo el ceño confundida a la vez que señalaba la tela con estampado de estrellas que la morocha tenía sobre sus hombros — te... quedaba lindo lo otro y ahora no se ve.

— Está bien, amor — contesto la pelinegra hablándole a la niña que no dejaba de mirarla sin entender — lo voy a... mostrar

Esa es mi mujer — me mordí el labio inferior y luego, le besé la mejilla ruidosamente — Lia y yo pensamos que te ves re contra linda con la bikini, mira si les vas a prestar atención a lo que unas señoras envidiosas piensen — chasquee la lengua — ya quisieran verse como vos a los 26 años, después de haber tenido una hija... no cualquiera puede, preciosa

Sus brazos me rodearon, y la oí suspirar. Después, me beso el hombro y volvió a agarrar a la pequeña de la mano.

Y estos que te miran — arrugue la nariz acercándome al oído de la morocha para susurrarle — me chupan la pija, si total el que se acuesta con vos soy yo...

Ella abrió los ojos, sorprendida. Luego, negó con la cabeza y tomó a la pequeña en brazos.

— ¿Que... que piensan de ese lugarcito de allá? — indagó desviando la mirada para ocultar que su rostro se había enrojecido, mientras señalaba un sitio despejado a unos cuantos pasos de la orilla.

Me gusta... me gusta — me reí, disfrutando del nerviosismo de mi pareja

Llevábamos un buen rato construyendo castillos de arena. Nicki y Lia eran un equipo mientras que yo trabajaba solo, centrado en rodear mi construcción con un lago. De repente, la pequeña desvió su atención hacia unos niños que jugaban juntos a la pelota, a unos cuantos metros de nosotros.

— ¿Qué pasa, amor? — le preguntó la morocha, tocando su hombro — ¿todo está bien?

— Me gustaría tener un hermanito para jugar — susurró, mirándonos a ambos. Nicole se tensó, y me observó buscando auxilio.

— Lia, ya hablamos de esto, hija — le recordé, viendo cómo se acurrucaba en los brazos de su mamá.

Desde que Liana tenía 4 años, habíamos decidido hablarle con la verdad. No queríamos engañarla con historias infantiles ni protegerla de la realidad. Queríamos que creciera siendo una niña informada, respetada y libre.

Jamás le dijimos que los bebés venían de una cigüeña, de una semilla o ninguna otra historia por el estilo. En su lugar, le explicamos las cosas de manera clara y honesta, usando palabras adecuadas para su edad. Le contamos sobre el amor, la familia y la vida de manera que pudiera entender.

Ella siempre había estado al tanto del estado de su mamá. Aunque a veces se le olvidaba, sabía que Nicole tiene un problema de salud que hace que sea difícil para nosotros tener otro bebé. Pero eso no había sido un obstáculo para que Lia creciera feliz y saludable.

Realmente estábamos orgullosos de la forma en que la estábamos criando. Le estábamos dando la educación respetuosa y libre que ella merecía y eso le permitía que crecer siendo una niña segura de sí misma y con una visión clara del mundo.

— A mi me... encantaría darte un hermanito, mi pequeña hadita, pero cómo sabes mi cuerpo no funciona como el de la tía Emi o cómo el de las mamás de tus amiguitos — le explico Nicole, jugando con sus rulos — por eso, con tu papá decidimos darte todo el amor del mundo a vos y que nunca te falte nada

Además, ahora que tu tío Mauro y tu tia Emi van a tener a Amelia, vas a tener una prima con quien jugar... no es una hermanita, pero es parecido — exclame sonriéndole ampliamente

Ella solo asintió con la cabeza y se separó de su mamá, sin antes darle un tierno beso en la mejilla.

¿Que les parece si... vamos al agua un ratito? — propuse, levantándome de la arena y viendo como las femeninas me imitaban en silencio.

— Gracias por salvarme, matu — la ojiverde exhaló liberando las tensiones mientras observábamos cómo Liana dejaba a su dragón debajo de la sombrilla — como siempre

No hay de que, mi amor — exclame, mirándola detenidamente desprenderse el botón de la bermuda, para que posteriormente, la prenda se deslizara hacia el suelo — aunque no tendría problemas en llegar e intentar darle un hermanito a Lia

Nicole emitió un ruido de sorpresa y me empujó levemente. Se había puesto colorada en cuestión de segundos y con un simple comentario.

— Shhh — me señaló a la pequeña con la vista — maleducado

Cagona — me burle para posteriormente correr al agua seguido por Liana y luego por mi novia.

Me subí a la pequeña a los hombros, mientras que Nicki se paraba frente a mi. La bikini celeste, junto con las olas que la empapaban y el sol que hacía que su piel brillara, la hacían ver hipnotizante.

Era realmente una mujer hermosa.

Y rogaba llegar a casa para poder demostrárselo.

•──•─•──•✦•──•─•──•

t amo Mateo lindo y calenturiento 😚 (este es mi extra favorito)

3/4 💓

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 07 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝐈𝐍𝐅𝐈𝐄𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora