42

416 47 87
                                    

GESHUOU - INOHA◞───────⊰·☆·⊱───────◟

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

GESHUOU - INOHA
◞───────⊰·☆·⊱───────◟

— Ugh... —

Luego de la odisea que tuve que vivir en ese callejón de mierda, encontramos una posada medianamente barata para pasar esa noche.

Estaba ubicada en las afueras de la ciudad, claramente para viajeros como nosotros. Aún así, estaba bien cuidada y se veía linda.

Los pisos de madera, a pesar de que algunos rechinaban cuando caminabas y las paredes estaban viejas, todo estaba limpio. Además de que había buen olor.

Tuve que lavar mi ropa sucia a mano mientras usaba la yukata que me dieron en el lugar y recordé lo doloroso que era tener el periodo.

Luego de tanto tiempo sin tenerlo, me hubiera gustado que se quedara así.

¿Por qué es necesario que una mujer sangre? ¿No es suficiente vivir con el constante sufrimiento que conlleva ser mujer?

— ¿Estas bien? — Preguntó Masachika al verme regresar después de darme una ducha.

Le pedi la chaqueta de su uniforme durante la mañana cuando despertó y gracias al cielo es un buen chico.

Cuando apenas nos conocíamos solía venirme también. En el momento que le hable de eso, me trató bien y se mostró comprensivo.

— No... — Murmure sentándome a duras penas y él me sonrió, extendiendome unos caramelos que tenia en su mano.

La señora de la posada nos lo dio luego de alquilar la habitación por esta noche, además de prestarnos una mesa de shogi y sus fichas. Por esa razón ahora mismo están jugando.

— ¿De enserió? ¿No te sientes mejor? — Pregunto Sanemi del otro lado de la mesita. Estaba muy concentrado analizando el juego hasta que hable.

Me da vergüenza que sepa lo que me esta pasando, tuve que decirle que simplemente me dolía la panza.

— No, no... la señora me dio unos remedios. Seguro con eso se me pasa. — Dije mientras me llevaba unos caramelos a la boca.

En parte era cierto porque me dio unas pastillas para el dolor menstrual, además de toallas higiénicas.

— Ah, bien. — Respondió el albino bajando la cabeza al juego otra vez, pero sentía que me miraba de vez en cuando cada vez que movía la ficha del juego.

A diferencia de Sanemi, que pensaba en donde mover sus piezas bastante tiempo y parecía muy concentrado, Masachika hacia cualquier cosa y aun así no parecía perder.

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora