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Lover, You Should've Come Over - Jeff Buckley

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Lover, You Should've Come Over - Jeff Buckley

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— No puedo creer que hayas sido tan grosero con él. —

— ¿Qué querías que haga? ¿Que les eche flores mientras se besaban? —

— ¡¡Maestro!! —

Discutir con Koyama era como hablarle a una pared.

No pude hacer más que pedirle perdón con la mirada a Sanemi antes de irme junto al viejo cascarrabias que ahora me miraba como si hubiese cometido un delito de primer grado.

— Se está confundiendo, maestro… él y yo somos buenos amigos… — Mentí intentando sonar convincente, pero rápidamente hizo la misma mueca de antes y supe que estaba acabada.

— No puedes mentirme a mí, mocosa. Te conozco desde que te comías los mocos. —

Me quedé callada mirando al frente, bastante molesta por todo el asunto. Fruncí el ceño debido a la frustración.

— Más vale que no pienses en comprometerte con ese mocoso sin mi permiso. —

— ¡MAESTRO! — Gire la cabeza para reclamarle, pero apenas fui capaz de decir una sola palabra sin morirme de vergüenza.

— ¡No digas todo eso tan a la ligera! — Murmure, aun muy avergonzada. — ¡Además, no se porque trataste así a Sanemi si es un buen chico! —

— No quiero que me vengas con sorpresas, mucho menos un muchacho. Fin de la discusión. — Dijo viéndome de reojo, entonces yo aparté la mirada.

Luego de caminar por unos minutos, llegamos a una finca bastante grande de un solo piso. Al fondo estaba lleno de árboles de durazno, esta era la verdadera granja Kuwajima.

— Es aquí. — Avanzó hasta entrar en la casa y yo lo seguí por detrás.

— Es enorme… — Murmuré casi chocando con la espalda de mi maestro cuando este se detuvo para abrir la puerta. — ¿Todo esto es del ex pilar? —

— Ni siquiera lo menciones, le encanta presumir. — Se quejó tomando sus propias manos, entonces estas se escondieron en las mangas de su haori verde oscuro mientras caminábamos.

Sigue usando el mismo desde que era su aprendiz. Tal vez debería renovarlo, seguro está bastante viejo… .

La casa por dentro estaba limpia, los pisos de madera prácticamente brillaban y el color crema en las paredes le daba un toque minimalista.

— Dentro de poco es su cumpleaños, ¿no? Me gustaría que la pasemos juntos. — Dije en un intento de aligerar el ambiente como pude, pero en ese momento se paró frente a una puerta al final del pasillo.

Felicidad | Sanemi ShinazugawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora