Meiko Masuaka, la pilar del rayo, era una mujer independiente que ocultaba una curiosa historia con Sanemi Shinazugawa, el pilar del viento.
Se prometieron seguir en pie por el otro, incluso si se convirtieron en desconocidos con el paso de los años...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
M.A.I - Miloj ◞───────⊰·☆·⊱───────◟
El anciano se tambaleó cuando Sanemi lo soltó y fue tras su novia. De no ser porque Masachika lo agarró con ambos brazos, se hubiera caído otra vez.
— ¡MEIKO! — Grito y su cuerpo se perdió en la misteriosa neblina roja al intentar alcanzar a la castaña.
— ¡CHICOS! — Masachika intentó acercarse, pero fue en vano. De pronto, ya ninguno estaba en la habitación.
El azabache, aun sosteniendo al mayor, no tuvo más opción que alejarse por la propia suposición de que si la niebla lo alcanzaba, desaparecía también.
— La mujer con la mente nublada por la avaricia… — Susurró el anciano justo antes de que él lo cargara sobre su hombro y saliera de la habitación, escapando a toda velocidad.
— Y un hombre cegado por la ira. Que tristeza. — Los bajos murmullos del mayor pasaron por alto. Estaba claro que Masachika estaba mucho más concentrado en sobrevivir.
— ¡¡SEÑOR, AGARRASE FUERTE!! — Giró su cabeza un segundo solo para notar que la neblina se acercaba por el suelo y más de esta emergía de entre las maderas.
Sujeto al anciano con más fuerza sin dejar de correr directo a las escaleras, pero cuando llegó y vio que la neblina subía por aquí también, dio unos pasos para atrás y se echó a correr otra vez.
— Mierda, mierda, mierda… — Se quejó nervioso, nublado por la adrenalina de correr por los largos pasillos. Las maderas sonaban ruidosamente a su paso.
Sus amigos no están, su única compañía ahora es el anciano de dudosa higiene que lleva en el hombro. No puede confirmar nada, pero sus esperanzas están por los suelos.
El demonio ni siquiera está aquí, no ha mostrado su forma física y está cuidando a un vagabundo. Son los únicos que quedan…
Esta no es una situación parecida a aquella misión en el bosque donde alucinaron durante días. Ahora es consciente de que es la vida real y el único en pie.
— Sus vidas han sido tan injustas y los llevó a pecar. — Este mismo seguía diciendo cosas a las cuales Masachika no les prestaba atención, tratando de buscar una opción. — Y ahora están pagando por ellos… —
— Muchacho, no te desesperes… — El anciano no dejo de hablar en ningún momento, pronto levantándose del hombro del muchacho para pararse en el suelo. — No tienes porque, hijo mío. —
Masachika no quería dejarlo, era obvio que no podría resistir solo, pero se vio forzado a arrodillarse. Su cuerpo no respondió a su mente y lo entendió cuando noto que la neblina los alcanzó.
— El demonio… ¿eres tú? — Pregunto indignado. Sus rodillas se mantienen en el suelo mientras el mayor, parado frente a él, toma sus dos manos.