Meiko Masuaka, la pilar del rayo, era una mujer independiente que ocultaba una curiosa historia con Sanemi Shinazugawa, el pilar del viento.
Se prometieron seguir en pie por el otro, incluso si se convirtieron en desconocidos con el paso de los años...
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Por un tiempo. ◞───────⊰·☆·⊱───────◟
Al final, mi interrupción a la pelea de mi maestro y su hermano dejó la habitación helada.
Termine escapando antes de que alguno pueda decir algo y cerré la puerta detrás de mi, corriendo por los pasillos sin intención de ver atrás.
La situación me colapso. Sin saber a donde más ir, seguí el mismo sendero que hicimos en la mañana.
Derrotada, me senté al lado de la tumba y sin poder derramar una lagrima, me quedé viendo la tierra debajo de mis sandalias.
Es verdad, estaban a punto de romperse. El separador de dedos estaba por desgarrarse. ¿Cuantos pares rompí de la misma forma? Ni siquiera lo recuerdo.
Aun muy frustrada, empece a intentar arreglarlas sin mucho éxito. Mis manos se movían nerviosas y luego de dos minutos de no lograr nada, me rendí.
Mis dedos temblaron levemente hasta que me puse nuevamente mis chanclas. Todo mi cuerpo se siente raro, demasiado nervioso.
¿Por qué simplemente no puedo recordar nada? Miles de preguntas rondaron por mi cabeza. Me sentí muy confundida al respecto.
El hermano de mi maestro mencionó amnesia. Ese término era ajeno a mi diccionario, pero apenas lo dijo sentí como si muchos clavos sueltos se ataran.
A pesar de no poder recordar nada, me parecía muy importante. Ni siquiera podía recordar el rostro de mi padre con claridad, ni una sola vivencia con quienes fueron mis padres.
Tampoco lo que pase dentro del clan Yi. Esos abusos fueron un antes y un después, incluso si no tengo una sola memoria de eso.
Mientras pensaba en todo eso, una figura se acercó lentamente por el mismo camino del que llegue.
— Isamu te está buscando. — Una voz hablo. Sin inmutarme, me gire en dirección a donde provenía y fruncí el ceño.
— Me importa un carajo si- — Me precipite a hablar creyendo erróneamente que era Riri. Claramente él no era dueño de esa voz.
El ex pilar estaba ahí, mirándome a través de sus ojos oscuros y cierta expresión de compasión.
Estaba usando un bastón, uno que no tenia cuando llegue. De esta forma parecía un abuelo amable.
— Disculpe. Creí que era mi cuervo. Tienen... la voz parecida. — Mentí en un intento de salvarme. Ni siquiera tenía ánimos de disculparme como se debía.
Por supuesto que la voz gruesa de Jigoro no tenia nada que ver con el tono chillón y fuerte con el que el pequeño animal solía hablarme, pero no supe como salvarme.
— Ya veo, no te preocupes. —
Por supuesto él parecía comprensivo.
Simplemente se acercó y se paró delante de mi, entonces aparto la vista a la tumba a mi lado.