Un verdadero hombre

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En Wu Shi, la calma de la tarde era interrumpida solo por el sonido de los pájaros y el leve susurro del viento que acariciaba las hojas de los árboles. Kung Jin, sentado en una roca junto al jardín, disfrutaba de un raro momento de tranquilidad. Pero no sabía que esa calma estaba a punto de ser destrozada por su querido tío: Kung Lao.

Desde el interior del templo, Kung Lao irrumpió con una velocidad impresionante, empuñando su famoso sombrero. Su mirada ardía de lo que parecía ser furia contenida.

—¡Kung Jin! ¡Ven acá ahora mismo! —gritó mientras apuntaba con el sombrero como si fuese un arma de destrucción masiva.

Kung Jin, sobresaltado, se levantó de golpe, confundido y un poco asustado.
—¿Qué pasa, tío?

Kung Lao lanzó el sombrero en su dirección, pero Jin esquivó por puro instinto.
—¡Así que es verdad! ¡Eres gay! —gritó Kung Lao mientras Jin daba un salto hacia atrás, esquivando otra vez.

—¡¿Qué?! ¡¿Por qué me persigues con tu sombrero por eso?! —respondió Jin mientras comenzaba a correr.

Kung Lao lo perseguía a toda velocidad, con el sombrero en mano, lanzándolo y atrapándolo como un búmeran mortal.
—¡¿Sabes lo que dirá tu madre cuando se entere?! ¡¿Eh?! ¡Nunca le agradé del todo y ahora piensa que soy una mala influencia!

—¡¿Y eso qué tiene que ver conmigo?! —gritó Jin, jadeando, mientras saltaban entre las rocas y corrían a campo abierto.

La persecución continuó por colinas, bosques, y riachuelos. Jin estaba convencido de que su tío había perdido completamente la razón. Kung Lao, por otro lado, no dejaba de gritar cosas sin sentido. Finalmente, después de correr varios kilómetros, ambos se detuvieron en un claro. Kung Jin estaba agotado, con las manos en las rodillas, intentando recuperar el aliento.

—¡¿Tío?! ¿Qué demonios te pasa? —dijo entre jadeos.

Kung Lao, que ni siquiera parecía cansado, sonrió y se sentó en una roca cercana.
—Nada, sólo estaba actuando.

Jin lo miró incrédulo.
—¿Qué?

—Tu madre está en el templo, —explicó Kung Lao, señalando con el pulgar hacia atrás—. Me hizo prometer que hablaría contigo sobre... bueno, sobre tu "vida personal". Ya sabes cómo es de anticuada, pero no quería que ella misma te lo dijera porque no sabe cómo reaccionarías.

Kung Jin frunció el ceño, intentando procesar lo que acababa de escuchar.
—¿Entonces... todo esto era para distraerla?

—Exacto. Si tu madre me ve "haciendo algo", asume que estoy solucionando el problema. Ahora piensa que te di una "charla" mientras tú huyes por tu vida. Así que, técnicamente, misión cumplida. —Kung Lao se cruzó de brazos, claramente satisfecho con su actuación.

Kung Jin parpadeó, todavía incrédulo.
—Tío... ¿me estás diciendo que me perseguiste durante kilómetros, casi me matas con tu sombrero, y me hiciste pensar que estabas furioso solo para...?

—Salvarte de una conversación incómoda, sí. —Kung Lao lo interrumpió con una sonrisa.

Jin se llevó una mano al rostro, intentando contener una carcajada. Al final, no pudo evitarlo y estalló en risas.
—¡Tío, eres un loco!

Kung Lao también empezó a reír mientras se recostaba en la roca.
—Lo sé, pero soy un loco que te quiere.

Kung Jin suspiró, aliviado.
—Bueno, gracias... supongo.

Ambos se quedaron un momento en silencio, disfrutando del momento.

—Oye, Jin, una cosa más... —Kung Lao rompió el silencio con una sonrisa traviesa.

—¿Qué? —preguntó Jin con sospecha.

—Si alguna vez te casas con alguien... ya sabes, alguien que te guste... asegúrate de que también sepa esquivar ataques que podrían quitarle la cabeza... La de arriba, digo...

Jin lo miró por un segundo antes de echarse a reír de nuevo.

One Shots random de Mortal KombatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora