El set de filmación estaba iluminado con una precisión impecable, cada ángulo diseñado para capturar la interacción entre los dos titanes de la ironía. Johnny Cage entró en escena con su típica postura rígida, su mandíbula bien marcada y la mirada desafiante que lo caracterizaba. Frente a él, sentado con sus pies despreocupadamente apoyados en el escritorio, estaba el infame Dr. House, con su expresión de fastidio eterno y un bastón que giraba perezosamente entre sus dedos.
Sin apartar la vista de Johnny, House suspiró pesadamente.
—Nombre, edad, motivo de consulta... aunque puedo adivinar: hipocondría aguda con síntomas de irritabilidad extrema para el médico tratante.
Johnny adoptó su tono más serio, como si estuviera en medio de una entrevista exclusiva.
—Dr. House, mi nombre es Johnny Cage. Tengo exactamente 245,448 horas de vida, lo que equivale a 28 años. Vengo aquí porque siento una ligera molestia en mi pecho y, dado que la probabilidad de desarrollar una condición cardíaca grave es del 11% en hombres de mi edad, he considerado prudente buscar atención médica de inmediato.
House entrecerró los ojos y ladeó la cabeza con una mueca sarcástica.
—Me sorprende que hayas dejado que otro ser humano respire el mismo aire que tú sin un traje protector. ¿También traes un estudio publicado sobre el tema, o solo viniste a irritarme con tus estadísticas?
Con una sonrisa triunfal, Johnny sacó una carpeta gruesa y la colocó sobre el escritorio de House con un golpe seco.
—De hecho, he traído un detallado historial de mis síntomas, clasificados por frecuencia, intensidad y posibles correlaciones ambientales.
House arqueó una ceja y hojeó rápidamente el documento, soltando un bufido al ver gráficos de barras, tablas comparativas y, en la última página, un pronóstico elaborado por Mokap, con ecuaciones y un margen de error calculado.
—Ah, qué considerado. Yo solo uso un método obsoleto llamado "diagnóstico médico". Pero no quiero arruinar tu diversión. ¿Te has auto diagnosticado ya?
Sin perder el ritmo, Johnny sacó otro documento: un glosario encuadernado con términos médicos, que aparentemente había obligado a imprimir a un médico de las Fuerzas Especiales.
—Basándome en la literatura médica disponible, es posible que padezca desde una simple ansiedad hasta un raro síndrome genético aún no identificado. Sin embargo, también he considerado la posibilidad de una obstrucción coronaria leve, lo cual haría necesario un electrocardiograma inmediato.
House tamborileó los dedos en el escritorio, mirando el techo con la paciencia de un hombre que ya había renunciado a la humanidad.
—O podría ser una sobredosis de arrogancia combinada con una grave falta de sentido del humor. Tranquilo, Einstein, lo más probable es que solo tengas reflujo.
Johnny parpadeó con incredulidad.
—¿Reflujo? No, eso es altamente improbable. No he ingerido alimentos irritantes ni me he encontrado en una posición que favorezca el ascenso del ácido gástrico.
House le dedicó una sonrisa casi divertida, inclinándose hacia adelante con su característico tono de burla.
—Oh, claro. Porque la ciencia de la medicina siempre se rinde ante la ciencia de... ¿qué estudiaste? ¿Física?
Johnny titubeó un segundo antes de inflar el pecho.
—Bueno... hice dos semestres en Física antes de decidirme a actuar en películas de acción.
House abrió los ojos con exagerada sorpresa y asintió lentamente.
—Genial. Cuando necesite saber cómo funciona la gravedad en otra galaxia o seducir jovencitas estúpidas de clase baja, te llamo. Mientras tanto, toma esto, ve a casa, y deja de desperdiciar mi brillantez en tonterías.
Con un movimiento despreocupado, House lanzó una caja de antiácidos sobre el escritorio.
Johnny se quedó mirándola con desconfianza.
—¡Eso no es un diagnóstico adecuado! Debería haber al menos una prueba de imagen, análisis de sangre y, considerando mis antecedentes familiares, un escaneo completo.
House apoyó una mano en su bastón y se levantó lentamente, mirándolo con una expresión de resignada diversión.
—¿Quieres una prueba real? Muy bien. Diagnóstico definitivo: trastorno de personalidad insoportable con tendencia a sobre analizarlo todo. No tiene cura, pero con suerte, algún día, alguien te aguantará lo suficiente para descubrirla.
Johnny cruzó los brazos, claramente ofendido, pero tras un segundo de duda, tomó los antiácidos y salió murmurando sobre la incompetencia médica en el sistema actual.
En cuanto salió de escena, la voz del director resonó en el set.
—¡Corte! Se queda.
House se encogió de hombros y se dejó caer de nuevo en su silla.
—Por supuesto que se queda. Soy brillante.
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One Shots random de Mortal Kombat
HumorAcompaña a Liu Kang y Kung Lao cuidando a los iniciados en el Templo Shaolin, ríete con las locuras de Johnny Cage en sus fiestas extravagantes, y llora con los héroes en momentos de pérdida y sacrificio. El contenido va dirigido de fans para fans