One Shots random de Mortal Kombat

Yo y los espantaviejas cuando

En el cuartel general de las Fuerzas Especiales, Johnny Cage se paseaba nervioso por la sala común. Con una expresión más seria de lo habitual, se dirigió a sus amigos, que estaban disfrutando de un raro momento de descanso tras su última misión.

—Oigan, necesito ayuda con algo —dijo Johnny, plantándose frente a ellos con una mano en la cadera y la otra gesticulando dramáticamente.

Kung Lao levantó una ceja, mientras que Jax y Liu Kang intercambiaron miradas curiosas.

—¿Qué pasa ahora, Johnny? —preguntó Jax, recostándose en su asiento.

Johnny se inclinó hacia ellos, bajando la voz como si estuviera compartiendo un gran secreto.

—Es sobre Sonya... Nunca conquisté a una mujer como ella. Quiero impresionarla, pero no sé cómo hacerlo.

Kung Lao frunció el ceño, claramente confundido.

—¿Por qué no pruebas... no sé, conocerla mejor? Hablar con ella, escuchar lo que le interesa.

Johnny hizo una mueca como si acabara de oler algo desagradable.

—¿Conocerla mejor? Suena... anticuado.

Jax soltó una carcajada seca, negando con la cabeza.

—Bueno, si quieres un enfoque extremo, primero tienes que morir, terminar como un retornado y esperar unos dos años para revivir. Entonces, tal vez ella vea algo de potencial en ti.

Johnny alzó ambas manos, deteniéndolo.

—¡No, no, no! Nada de muertos vivientes, gracias.

Liu Kang, siempre el más diplomático, se frotó la barbilla pensativamente.

—Bueno, podría ser difícil. Verás, normalmente necesitas enfrentarte a un dictador interdimensional, derrotarlo en combate, y luego lidiar con el hecho de que ese tipo eventualmente será tu suegro e intentará matarte a cada oportunidad que se presente.

Johnny puso los ojos en blanco, claramente frustrado.

—¡¿Pueden simplemente decir algo que sí pueda hacer?! —exclamó, agitando los brazos.

Kung Lao, imperturbable, volvió a sugerir con tono serio:

—¿Conocerla?

Johnny se quedó en silencio por un momento, mirando fijamente a sus amigos. Finalmente, suspiró, señalándolos con el dedo.

—Saben qué... —dijo, sacudiendo la cabeza mientras se dirigía hacia la salida—. Jódanse, chicos. Haré esto a mi manera.

Cuando Johnny salió de la habitación, Kung Lao se inclinó hacia Liu Kang con una sonrisa apenas visible.

—¿Crees que realmente le funcione?

Liu Kang respondió con una leve sonrisa.

—Con Johnny, cualquier cosa puede pasar. Aunque lo más probable es que termine haciendo algo ridículo.