1. Capítulo 1: Everard (1ª Parte)

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Nuestras pisadas armonizaban con la fuerte tormenta que azotaba nuestros cuerpos, el cielo — teñido de un gris tan oscuro como la misma noche— azotaba con fuertes cortinas de lluvia todo a su paso. Llevábamos una semana de habernos separado de mi padre y mi padrino y debía admitir que era difícil no contar con su presencia. Eso y que me asustaba sobre manera el que no pudiera saber cómo estaban y si habían encontrado a mi madre.

Nuestra misión era llegar al reino de las hadas, la corte del sol, pero lo cierto era que no estaba segura de cuanto nos tomaría lograrlo. Según el improvisado mapa de Alhaster y las rápidas indicaciones que me dio Castiel, tendríamos que cruzar un océano entero.

Si un mes para llegar con los elfos me había parecido mucho, algo me decía que esta vez conocería lo que realmente era un viaje.

Habíamos estado recorriendo el sector cuatro, de hecho, a penas en la mañana habíamos salido de esos territorios. Lo único bueno es que, tal como había dicho Lu, todas las manadas segregadas en la zona nos recibieron de buena forma y hasta nos escoltaron de una manada a otra. Fue un paseo agradable y, aunque los lobos no hablaran, fue bueno tener varios de ellos flanqueando nuestros pasos.

Ahora las cosas no eran tan agradables, por supuesto. Alhaster podría haber barrido terreno llevándonos a todos, pero lastimosamente sin Luigi eso era complicado, pues él solo podría llevar a tres de nosotros, y si teníamos en cuenta que Piwi ya era ese equivalente, las cosas se ponían complicadas.

Separarnos ya no era una opción, así que nos tocaba amoldarnos a lo que había. O más bien a ellos les tocaba de esa forma, pues no era difícil comprender que yo era la más lenta. Cassie volaba casi tan rápido como mi dragón, Brennan podría ser una bala si se lo proponía y Haliee y Castiel ya una vez me habían mostrado lo bien que estaban entrenados para ese tipo de cosas.

Y sobre el ogro... pues digamos que él y yo éramos el inconveniente. Esto último no tan cierto, porque obviamente él era más feroz que yo, aunque me costara admitirlo.

—A este paso, mi cabello quedará arruinado —comentó un fastidiado Castiel, quién sorprendentemente avanzaba grácil y fácilmente en medio de la tormenta—. ¿No creen que es mejor acampar en algún lugar? No se puede ver nada.

Aunque Alhaster estuviera frente a nosotros intentando aplacar un poco la fuerza de la tormenta, era difícil orientarse con solo ver el enlodado suelo por el cual debíamos caminar. El frío nos consumía y el agotamiento físico ya era evidente. Bienvenidos al otoño en Umbrarum.

"Everard es lo más cercano que tenemos, sin embargo, no es un lugar adecuado" —Se detuvo Alhaster y, a mi lado, un para nada contento Castiel siseó.

—Adecuado o no, necesitamos un refugio —expresó el elfo al llevar ambas manos a su rostro, en un fallido intento de alejar el agua de sus ojos—. Necesito secar mi cabello e Ilora se enfermará si no descansa bajo un techo.

"No lo sé... Las poblaciones independientes jamás son buena opción —murmuró mi enorme dragón al desviar su mirada hacia mí—. ¿Realmente no puedes resistir un poco más, Ilora?"

—Me muero de frío Alhaster —comenté al abrazarme con fuerza—. ¿Y si no es allí, habría otro lugar donde quedarnos pronto?

—A parte de los reinos, todo lo que hay ahora es bosque y tierras de los reinos. Cuando menos, algún campamento de bandidos, pero no una población, ¿cierto, dragón? —El bajo rugido de Alhaster fue suficiente para confirmar que las suposiciones de Castiel eran correctas.

Agradecí enormemente tener al elfo como apoyo, pues aparentemente al resto le daba igual la situación. Eso, o pensaban como Alhaster.

«Te recomiendo que no vayas a poblaciones independientes sin compañía. Everard, por ejemplo», y justo en ese momento las palabras de Alyos tenían que encontrar una forma de colarse en mi cabeza.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora