1. Capítulo 5: Kelium & Nenúfar (2ª Parte)

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En custión de segundos nuestros cuerpos fueron rodeados por cadenas y pesados grilletes, por lo que Kira cayó de mis manos, como si de un saco se tratase, y fue atrapada por una jaula que ni siquiera vi venir. No pude hacer nada cuando fue arrastrada y llevada de mi lado.

Sacudí mis manos, entre gritos, intentando arrancar las cadenas que se ceñían a mí alrededor; las mismas que generaban laceraciones en mi piel y un terrible dolor en mis manos. Sin embargo, con un solo tirón de las mismas, estuve postrada de rodillas en el suelo y allí, totalmente imposibilitada, observé como los demás chicos eran reducidos.

Era horrible ver la progresiva caída de Haliee, quién intentó y no pudo evitar que dañaran a Piwi; Castiel, que por más que intentó usar la flora a su favor, solo obtuvo un ataque más contundente; Brennan, quién solo se dejó atrapar sin luchar, y mi dragón, que luchaba en vano contra unas cadenas que, aún con su fuego, permanecían fuertes y dispuestas a controlarlo.

―¡Déjalos! ¡No luches! ―grité, al ver como un ejército de hadas salía del umbral y se apostillaba a su alrededor con látigos de fuego e incluso arpones.

Una a una las armas fueron cercándolo, junto con cinco gigantescos pilares, que brotaron de la tierra, y formaron una red de luz plateada sobre mi dragón, que con un quejido lastimero cayó con estruendo al suelo.

—¡Alhaster! —le llamé, pero era inútil, él siguió retorciéndose entre cada desgarrador rugido; su desesperación y dolor se sumaban a mi sufrimiento y, por lo que preció una eternidad, sentí todos y cada uno de los daños que recibió. La marca quemaba—. Soporta todo, por favor... —rogué, al ver como sus brillantes ojos esmeraldas me observaban llenos de dolor.

«Lo siento», escuché en mi cabeza, sin embargo, la imagen frente a mí fue demasiado como para que me detuviera a comprender quién me hablaba. Las escamas de Alhaster brillaban como nunca antes, eran mucho más doradas que como normalmente se veían al sol; tanto que el lugar se iluminó como la mañana. Mi marca ardía y aquella espantosa sensación que experimenté en Everard volvió a consumirme.

En tan solo unos segundos, el halo dorado, que delineaba la silueta de mi dragón, comenzó a reducirse dejando la de un humano en posición fetal. Sus desordenados cabellos dorados ahora resultaban visibles, junto al hermoso tono perlado de su piel.

—Cúbranlo —ordenó Cassie y, antes de que el halo revelara su intimidad, varias hadas de las que lo custodiaban, le cubrieron con una gran manta blanca.

—¡Cas, ¿qué es todo esto?! —cuestioné, viendo con incredulidad como Alhaster permanecía inconsciente en el suelo.

¿Era posible devolver a un dragón su forma humana sin la luna menguante? Brennan estaba de rodillas observando perplejo a una inexpresiva Cassie y Castiel, al igual que Haliee, parecían luchar entre asimilar todo como una simple pesadilla o la realidad que ahora protagonizábamos.

—¿Qué haremos con el ogro? —cuestionó un nuevo hombre, saliendo del umbral. Largos cabellos negros descendían por su espalda, resaltando sus traslucidas alas. Vestía de forma elegante, completamente de blanco, y en sus manos se podía apreciar una ligera llama fluctuante.

—Apágalo, no es necesario que hagan nada, está muriendo. Pasará sus últimos días en las mazmorras, con el resto de su prole. Incluyendo al estúpido león.

—Me alegra tenerte de vuelta, hermana ―asintió el hada y, con una pasmosa confianza, caminó entre nosotros, observándonos, antes de detenerse frente a Haliee―. Hermosa chica rebelde ―dijo, entre risas, y sopló la llama de su mano, hacía una de las cadenas en los pies de mi amiga, que gritó al sentir el fuego.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora