2. Capítulo 17: Un desafortunado lugar (2ª Parte)

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Sin saber muy bien como digerir todo, ingresé por completo en la barraca.

No me sorprendió confirmar que la puerta se aseguraba por dentro y que, salvo por eso, no teníamos muchas garantías. Me recosté en la madera, escuchando los ruidos de las personas en el exterior y llamé a la poca cordura que me quedaba para no entrar en crisis. No podía comprender cómo funcionaba Esselka y sus reglas, y a duras penas podía ocultar la sensación de vértigo que me provocaba empezar de nuevo en lugar como ese.

Respiré profundo, ignorando el olor a suciedad que despedía y cerré los ojos, antes de palpar el anillo que aún permanecía en mi destruida ropa. Castiel lo notaría pronto y no se me ocurría ninguna excusa que explicara porqué prefería obedecer a una hechicera con un grave desorden psicológico, en lugar de acatar las tradiciones élficas.

Los quejidos de Haliee en la única habitación de la barraca me regresaron a la realidad, así que sacudí mis manos y me insté a olvidar mi naciente ataque de ansiedad. Caminé por el pequeño recibidor, esquivando un par de muebles de madera, adornados con cojines de tela, a simple vista frágil, y lo que parecía una mesa que pudo haber tenido buena forma en el pasado. Ahora no era más que comida de polillas.

—Supongo que es mejor de lo que esperábamos —dije, entrando a la habitación en que descansaba la pálida hechicera, sin culminar mi revisión de la barraca.

—No puedo quejarme, el lugar se hace más decente una vez te acostumbras —confirmó Castiel, quién permanecía sentado en una silla al otro lado de la cama de Haliee.

Me asombró su actitud, pero no lo expresé, tan solo me limité a revisar el lugar en que estaba mi amiga. Había un par de cobijas, una pequeña mesita de madera y una cama de dos plazas, en medio de una modesta habitación cuadrada, adornada con un par de ventanas.

—¿Has visto si hay algún baño o una forma de obtener un poco de agua para limpiarnos? —dije a mi amigo, una vez culminé la rápida inspección del cuarto.

—Al final del pasillo hay un lugar, tiene algunas vasijas, pero todo está vacío, supongo que habría que buscar agua a alguna poza —explicó, obteniendo una sonrisa admirada de la hechicera que murmuró un "Puede ser atento" con voz queda.

Asentí en aprobación, muy a pesar de la rodada de ojos que nos dio el elfo y volví a concentrarme en el punto importante.

—Me gustaría un baño para Haliee y supongo que nosotros también lo necesitamos, pero no tengo ni idea de cómo funcionan las cosas aquí, ¿podrías encargarte de eso, Castiel?

Obtuve un asentimiento del elfo, que para mi sorpresa no se quejó ni una sola vez antes de marcharse y dejarme a solas con la hechicera.

—¿Cómo te sientes? —pregunté a la castaña, tomando su temperatura y sosteniendo su mano en la cama.

Tenía fiebre.

—Como si hubiera... agotado cada gota... de magia en mí. Me siento li-ligera y pesada a la vez... Es difícil de explicar —dijo pausadamente, mientras aplicaba un poco de fuerza en su agarre.

—No te esfuerces —pedí, dejando que su mano descansara en el colchón y me acomodé para estar más cerca de ella—. Y gracias por arriesgarte por nosotros, por liberarnos.

—Habrían hecho... lo mismo... por mí —dijo, antes de caer presa del sueño.



Algún momento después de descansar junto a Haliee, salí de la habitación. No recordaba el momento en que había caído dormida, y por lo oscura que estaba la alcoba supe que ya era bastante entrada la noche.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora