2. Capítulo 19: Toska (2ª Parte)

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Por segunda vez ese día escuché mi nombre ser exclamado. Al parecer el anonimato había terminado, y aunque la situación me protegía de especulación, no dejaba de sentirme observada.

Volví mi vista para atender a los gritos y sonreí al ver a Haliee abriéndose paso frente a mí. Necesitaba toda la ayuda posible.

—¿Y Castiel?

—Está afuera con todos los hombres que han traído el azúcar y la sal que pediste —explicó, recogiendo su cabello con una cinta negra—. Vine tan pronto lo supe, ¿cómo ha podido suceder todo esto en tan poco tiempo?

—El cólera ya debía estar esparciéndose, pero no había cobrado fuerza hasta ahora.

—Entiendo que hay tres barracas y somos dos —Asentí, porque, aunque había tenido alguna ayuda, la misma era intermitente y me hacía difícil mantener el orden en el lugar—. ¿Hiciste alguna especie de clasificación para los enfermos? ¿Tienes algunos pasos a seguir con ellos? Dime todo lo que debo saber ahora y con quién más contamos.

Normalmente en un consultorio tenía a mi disposición enfermeros, internos, especialistas, camilleros, entre otros. Ahora, solo contaba con Haliee, Cainán y Castiel, pero ella tenía razón con que solo éramos las dos dentro, lo cual era complicado, pero no era tan grave cuando considerábamos que tampoco contábamos con el equipo necesario para intervenir de forma rápida.

—Lo primero es nuestra protección —dije al observar que Cainán entraba con nuevos paños y mantas limpias—. Cubre tu boca y nariz con uno de esos paños, ayúdame a instruir a nuestro nuevo ayudante —Le señalé al líder, que no pareció sorprendido por ser reubicado—, y sobre todo no coman ni beban nada en este lugar —Esa vez me dirigí a ambos—. Deben proteger a los demás, pero antes de ellos deben protegerse a sí mismos.

—¿Nuestra protección? ¿No debería ir primero la protección de los otros? —cuestionó el líder, quién una vez más me demostró porqué era soldado. El problema es que nosotras no lo éramos.

Lancé pañuelos a cada uno y cubrí mi boca de manera que se fijaran en lo que quería.

—La vida de los pacientes es importante, pero, dada las circunstancias, la nuestra lo es más, pues no habrá nadie para ayudarlos si permitimos que uno de nosotros esté en la cama con ellos. La enfermedad no se trasmite por el aire, pero si permites que un poco de sus fluidos vaya a tu boca, entonces te infectarás —expliqué y observé que ambos me obedecían.

Asentí sabiendo que tenía su atención y entonces empecé a explicarles cómo estaban las cosas, cuál era el procedimiento y como esperaba que funcionara todo a partir de ese momento.

Y, llevándolos conmigo hasta dónde estaban los soldados y Castiel, les indiqué lo que quería con la azúcar y sal.

—El agua debe ser hervida y por cada... —recordé que no tenía una referencia de "litros" para usar en Umbrarum, así que traté de pensar una manera de comunicarles lo que quería—. ¿Sabes las tazas que habitualmente usamos para comer, Castiel? —Totalmente confundido, el elfo asintió—. Bueno, usaremos tres de ellas de agua, un puñado cerrado de azúcar y tres pizcas de sal para preparar la solución hidratante. Es menos controlado de lo que planeaba, pero todos darán lo mejor de sí, ya que esto repondrá los electrolitos perdidos. Hidratación es la respuesta y deben encargarse de que cada paciente reciba la preparación. Haliee me ayudará a revisar a todos constantemente, y Cainán, con quienes quieran entrar a las barracas, distribuirá la solución, ¿entendido?

—Habías mencionado algo de sus ropas —cuestionó el líder, quién parecía completamente listo para una batalla. Me recordó a Yamato y me cuestioné si en su tiempo en la Guardia Real de Normandia lo conoció.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora