2. Capítulo 13: Poderosa e inestable (2ª Parte)

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«—Akos, mírala, ¿no es hermosa? —cuestionó Alina, sosteniendo a la recién nacida en sus brazos.

Es tan hermosa como tú, mi reina —dijo el conmovido rey.

—¿Cómo la llamarán? —preguntó con evidente interés una de las parteras.

—Ilora —afirmó Akos—. Ella es nuestra Ilora de Normandia.

—Significa luz —señaló Alina, recostándose en los brazos del castaño, que le abrazaba como si temiera perderla en cualquier momento—. Me agrada —continuó, luego de pensarlo un poco y sonrió a la pequeña criatura que descansaba en sus brazos.

—Ella iluminará nuestras vidas —afirmó Akos y depositó un beso en los desordenados cabellos rojizos de mi madre—. Gracias por permitirme ser su padre.

—La única que debería agradecer aquí soy yo. Nunca hubiera sido lo...»


Una estridente y poderosa voz detuvo mi visión, a la vez que imágenes, colores, olores y voces aleatorias me envolvieron. Solo una vez había experimentado una sensación tan vertiginosa como aquella y había ocurrido en el momento de mi despertar. El dolor había cesado y pronto sentí la suave sensación de mullida vegetación bajo las palmas de mis manos.

Abrí los ojos de abrupto y casi me desvanecí al descubrirme en medio de un bello y floreado jardín de inaeternum, con ligeros caminos que convertían el paisaje en un laberinto de espesa y baja vegetación. Me levanté, tratando de recuperar un poco de cordura y no me sorprendió comprobar que en realidad sí era un laberinto, pero que la altura de las flores no era superior a mí y que aquellas enigmáticas plantas tan solo me ocultaban un poco más arriba de los muslos.

—Quita ese anillo de tu mano, Ilora. Eres poderosa, nadie debería ocultar lo que eres —señaló una bella fémina frente a mí.

El lugar en que estábamos era demasiado similar al que me había mostrado Alhaster alguna vez y distaba totalmente de la celda mugrienta en la que antes me había dejado caer llena de dolor.

—¿Dónde estamos? —cuestioné, observando mis dedos ahora libres y detallando a la mujer de largo cabello dorado frente a mí.

—En tu mente, en la mía, en la de otros, realmente no lo sé. Pero es aquí donde vamos cuando hemos perdido una batalla contra nuestro propio control.

—¿Quién eres tú? —pregunté, más bien para confirmar mi teoría.

—Evhannaj, por supuesto, ¿cierto que soy bella? —bromeó y con un par de chasquidos cambió su cabello de rubio a negro, y luego a rojo.

—No lo entiendo.

—Me aburres, niña. ¿Es esa tu frase favorita o qué? ¡Te digo que no tengo idea de dónde estamos, dale el nombre que gustes!

—¿Entonces qué hacemos aquí? —refuté con brusquedad.

Me empezaba a hartar con su estúpido juego de adivinanzas y, aunque no extrañaba el dolor de cabeza anterior, tampoco disfrutaba convertirme en un títere de los deseos de una mujer que parecía no poseer ni un ápice de cordura.

—Oh, tienes carácter —Fruncí el ceño y entonces ella bufó—. Bien, te resumo: Soy un oráculo y tú igual.

—No es cierto, soy vidente, no oráculo —dije, retrocediendo y negando con efusividad.

En realidad, no estaba segura de lo que era, ni siquiera estaba segura de ser vidente o alguna cosa extraña, pero algo me decía que no debería estar de acuerdo con ser o poseer algo parecido con la loca mujer frente a mí.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora