Una fuerte campanada resonó en mi habitación.
—Es hora —murmuré al levantarme y estirarme para descansar mis agarrotadas piernas.
Había permanecido en posición de indio, estudiando con esmero cada sección del castillo. Ya tenía un plan trazado y los movimientos que nos llevarían de forma segura a la mazmorra, sin llamar ni un poco la atención. El castillo de las hadas, como era de esperarse, era tan intrincado como los que alguna vez habían existido en la tierra e incluía algunos pasadizos que parecían no ser demasiado transitados.
Recogí cada plano con premura, mientras los ensordecedores sonidos de una segunda y tercera campanada llenaban el aire y un llamado se hizo escuchar en mi puerta.
Corrí, sosteniendo mis pesados paquetes y halé el mango de mi puerta, pero no pude más que sonreír cuando lo único que hallé frente a ella fueron mis pertenencias. El morral, que aún contenía el diario y espejo de Faedra, además de algunas de mis prendas, y las muñequeras de hoja oculta.
Los chicos salieron de sus habitaciones, unos segundos después, y con ellos llevaban todas sus cosas. Halieee, que vestía igual que yo, levantó una ceja al ver mi vieja arma en el suelo, y Castiel tan solo asintió. Él llevaba su carcaj y el mío, uno en cada hombro, además de los arcos.
Para esa instancia ya había perdido la cuenta de las campanadas, pero fue bastante obvio que era media noche, en el momento que no hubo más ruidos.
—No creo que nos sean útiles ahora mismo —dijo el elfo, señalando las flechas en su espalda—, pero imagino que el hada habría pensado que estaban mejor conmigo.
—Y ustedes conmigo... —murmuró Brennan, entrando en escena, desde el pasillo.
Él vestía igual que Castiel, pero a diferencia de nosotros, llevaba dos bolsos y un muy feo cuchillo. Esa cosa daba miedo.
—Alguien quiere ser carnicero esta noche, ¿o son ideas mías? —cuestionó Castiel, quién como yo se había sorprendido por la intimidante arma en manos de nuestro amigo.
Brennan casi nunca había estado armado, pues la mayoría de las veces atacaba en su forma animal, así que imaginaba que para los chicos era tan desconcertante como para mí verlo de esa manera.
—¿Todo listo? —cuestionó el lobo, ignorando la broma del elfo.
—Si crees que puedes meter todo esto en uno de tus bolsos, supongo que sí —dije y le entregué la totalidad de los planos que había recibido, mientras me agachaba para colocarme el bolso y las muñequeras.
—¿Qué son? —preguntó Haliee.
—Oh, esa es nuestra mejor arma. Son planos. Hermosos y completos planos de este reino que he estudiado y memorizado en la última hora —expliqué y pude sentir la admiración y asombro de los chicos.
—Sabiendo que, según Brennan, Kira estará pronto con nosotros y que en unas horas no veré este lugar, además de que nuestro plan incluye un buen mapa, creo que las cosas empiezan a sonar menos descabelladas ahora —afirmó Castiel, ayudándome asegurar mejor las armas en mis manos y, una vez estuvieron perfectas, me guiñó antes de inclinarse con galantería e indicar que me adelantara—. Si gustas guiarnos, Ilora.
Tenía que darle puntos a Castiel por preguntar por Kira, porque si daban premios a la buena crianza de leones, yo no ganaría ni uno y, evidentemente, el elfo se los llevaría todos.
—Síganme —indiqué, porque no encontré nada mejor que decir y concluí que disculparme por no estar atenta a las necesidades de quién debería ser mi mascota no era necesario. Al menos no era a ellos a quienes debía la disculpa.
ESTÁS LEYENDO
CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]
FantasyCuando todo lo que amas amenaza con destruirse, ninguna elección debería ser juzgada. Con la partida de dos miembros de su grupo, ciñéndose sobre todos, Ilora tendrá que continuar su viaje. Sin embargo, recibirá una invitación a la que no podrán dec...