Era como si cada parte de mí funcionara por si sola; un momento estaba arrodillada en el suelo y en el otro estuve de pie, observando en silencio el resultado de mis actos. Me sentí mareada, por lo que retrocedí tambaleante, con la intención de sostenerme de la pared a mis costados.
No consideré la cantidad de tiempo que permanecí en aquél estado catatónico, pero sí noté el cambio brusco a mi alrededor cuando fui consciente de todos los ruidos y gritos que llenaban el aire. Reaccioné asustada por las consecuencias que aquello tendría y quise marcharme sin ver atrás, pero en un arranque de lo que consideré locura convoqué un poco de fuego y lo lancé al cuerpo de quién fuera mi victimaria algún momento atrás. Había perdido cualquiera que fuera el norte que me planteé en un principio, sin embargo, no estaba dispuesta a permitir que alguien comprendiera lo que había sucedido allí mismo.
Recogí el anillo, sin atreverme a ponerlo de nuevo en mi dedo, y expulsé los barrotes de la celda fuera de sus goznes.
Corrí como alma que lleva el diablo a lo largo de los pasillos, escuchando las suplicas de cientos de prisioneros a mis costados y haciendo estallar gran parte de las barreras que los separaban de su libertad. Esperaba de corazón que los que lograran salir de sus prisiones ayudaran a los otros y, sobretodo, que nadie me hubiera reconocido. Con suerte ellos habrían estado en prisión antes de que yo lo estuviera y no tendrían que conocer mi rostro.
Regresé por los estrechos pasillos que había utilizado con anterioridad, esperando que ninguno mis rescatados conociera la ruta, pero estando a punto de completar el último tramo de escaleras en espiral, numerosos y agresivos pasos comenzaron a escucharse viniendo hacía mí. Había completado tres de los cuatro pisos de la edificación, pues mi plan incluía hacerme ver una última vez y luego salir con normalidad, presa del terror por todo el escándalo, pero reconsideré esa decisión, comprendiendo que era cuestión de tiempo antes de ser atrapada y que no habría oportunidad para fingir.
Busqué con atención alguna opción a mí alrededor y regresé algunos pasos en mí recorrido, revisando cada una de las paredes contiguas y observando que el ancho de los pasillos era demasiado estrecho como para luchar con fluidez, de tener que hacerlo. Casi creí que no habría salida, que no me incluyera destruyendo el edificio, hasta que vi la luz a través de un par de pequeñas ventanas... La luna se veía casi hipnótica desde mi lugar.
Me acerqué a los estrechos arcos y suspiré por lo que estaba a punto de hacer. Por supuesto, no podía ser tan fácil, y es que debido a que la altura que me separaba del suelo era más que considerable, estaba segura que una mala caída desde allí no sería agradable.
—Vamos —Me animé, subiendo al pequeño alfeizar, lo suficientemente grande para que yo pudiera colarme y convoqué cada uno de mis entrenamientos, antes de lanzarme a un roble cercano, esperando que aquél fuera menos peligroso que solo tirarme al vacío.
Mis recuerdos viajaron al momento en que mi padre y Alhaster me sacaron del hospital. Era increíble, pero incluso en ese momento ya me estaban persiguiendo.
Sentí el golpe seco en mi cuerpo, al caer pesadamente sobre una gruesa rama, y agradecí el no morir en el intento. Mis manos se sostuvieron con destreza de la rama que me protegía y, en completo silencio, observé cada parte del árbol, planeando la manera en que completaría mi descenso. Miré de mis dedos ahora completamente libres de joyas y sentí un escalofrío al recordar todo lo que había sucedido.
Una estridente alarma llenó la totalidad del reino y entre desesperados gritos y trotes temerosos, cientos de personas empezaron a ingresar al castillo de los reyes. Estandartes, espadas y todo tipo de armas se alzaban hacía las murallas del edificio de la corte de las flores y, en una última y desenfrenada idea, hice volar la mitad de la pared más lejana a mí, creando una barrera en el gran portón que evitó la entrada y salida de la mayoría de la caballería, y distrajo la atención del pueblo que corrió hacía ese lugar.
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CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]
FantasíaCuando todo lo que amas amenaza con destruirse, ninguna elección debería ser juzgada. Con la partida de dos miembros de su grupo, ciñéndose sobre todos, Ilora tendrá que continuar su viaje. Sin embargo, recibirá una invitación a la que no podrán dec...