Escuchar unos leves susurros en la habitación contigua interrumpieron de improvisto mis reflexiones, por lo que me apresuré a dejar el espejo a un lado y seguir el sonido hasta detenerme frente a mi dragón. Alhaster se había dado la vuelta y ahora sus ojos levemente abiertos observaban el techo de la celda. Con cuidado, deposité su cabeza en mi regazo, y sus ojos conectaron con los míos. Vi como esbozaba una pequeña sonrisa, la cual le devolví de inmediato, pero no pude evitar que una solitaria lágrima descendiera por mi mejilla.
La pequeña sonrisa de Alhaster se desvaneció, en el momento en que mi lágrima cayó sobre su rostro, y con dificultad me aseguró que estaría bien, para volver a caer rendido.
Asentí, a pesar de saber que él no me estaba viendo, y cubriéndome la cara con las manos, me obligué a no llorar. No importaba lo que dijera Faedra, debía tener fe. No podía hundirme en la pena y la desesperación, mucho menos sabiendo que mis sentimientos influían en él. Si yo me sentía mal, él se sentiría aun peor de lo que ya se sentía. Convenciéndome de que no habrían más lágrimas, le dejé nuevamente en el suelo y volví junto a Faedra en el espejo. El profundo enojo con el cual me miraba en un principio, había desaparecido. Ahora su rostro expresaba una triste sonrisa y hasta un poco de compasión.
—Cuídalo —me dijo—. Lamento no poder darte un consejo más útil, pero desde mi posición, no puedo hacer nada más.
Asentí en silencio a la figura en el espejo y vi cómo se desvanecía frente a mis ojos. En otro momento, me hubiera apresurado a decirle que no se fuera, pero en ese instante lo único que me preocupaba era Alhaster. Las palabras de mi antepasado habían sido duras, quizá hasta en exceso, y aun no superaba lo que implicaban, pero la llama de la esperanza aún continuaba viva en alguna parte de mí.
Recogí el espejo y lo guardé en su lugar, justo como me lo había entregado. Leer el diario ya iba a ser imposible, pues empezaba a escuchar los murmullos en las celdas contiguas, propios de un despertar a un nuevo día. Al menos me consolaba el hecho de que nadie además de mí podía leerlo y eso era a más de lo que podía aspirar últimamente. Acomodé un poco mi cabello, un tanto hastiada por su largo y lo asqueroso que se sentía después de tanto tiempo encerrada y bufé recordando la reticencia de Kim a que lo cortara.
—Todo sea por ti, mamá —dije para mí misma y caminé hasta llegar junto a mi dragón.
Acaricié los ahora opacos cabellos de Alhaster y recorrí su rostro con la yema de los dedos. Al llegar a sus labios, noté como estaban resecos y partidos, y habían perdido su color.
«Cuídalo», la orden de Faedra resonaba en mi cabeza una y otra vez, lo que me dio una idea bastante útil. Tratando de calmar mi respiración y poner mi mente en blanco, estiré mi mano derecha lejos de Alhaster, y recité suavemente: Aqua, creando una débil y pequeña columna de agua, muy distinta al chorro explosivo que generé en mi primer intento. Con cuidado de mantener mi mente en calma, para no crear un desastre innecesario, acerqué mi mano hacia los labios de Alhaster, mientras con la otra abrí ligeramente su boca. Ingirió el débil torrente de agua sin dificultad alguna durante varios segundos y, luego de hidratarme yo también, detuve el hechizo.
Nos arrastré a Alhaster y a mí hasta quedar apoyados contra la pared de la celda, para luego cerrar los ojos e intentar dormir. Sin embargo, esta se convirtió en una tarea sumamente difícil, debido a que no podía dejar de pensar en mi conversación con Faedra y que la marca había vuelto a arder como el infierno.
Las horas avanzaron gradualmente, provocando que las sombras a mí alrededor se movieran de a poco, dándole a la celda un aspecto aún más aterrador. Observé ese espectáculo hasta que vi a la procesión de guardias llevando la comida a todos los prisioneros y una vez estuve segura de que no habrían sombras o palabras repetidas me dejé caer rendida en los brazos de Morfeo.
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CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]
FantasyCuando todo lo que amas amenaza con destruirse, ninguna elección debería ser juzgada. Con la partida de dos miembros de su grupo, ciñéndose sobre todos, Ilora tendrá que continuar su viaje. Sin embargo, recibirá una invitación a la que no podrán dec...