1. Capítulo 1: Everard (2ª Parte)

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El silencio se hizo profundo y en nuestros rostros se podía apreciar la sorpresa.

¿Cassie con Brennan? Yo podría soportar el ego de Castiel, pero esos dos —que notablemente se amaban—, ¿debían estar juntos?.. En el nombre del amor, debía apoyarlos.

—Perfecto —dije sonriente.

—¡NO! —gritó Cassie enojada—. ¡No dormiré con el sarnoso!

—Pues yo dormiré con Castiel —renegué en un tono burlón— y Hailee con Piwi.

—Pero...

—Si no queda más... —Se quejó Brennan—. Solo espero no convertirme en la cena de ella —Fingió un escalofrío y choco sus puños con Castiel cuando el hada lo empujó para pasar.

La casa mantenía un estrecho pasillo, el mismo que invitaba a las habitaciones.

La primera puerta era un baño un poco rústico y sin lujos y las siguientes tres puertas eran las habitaciones. Como era de suponer, Castiel corrió —empujando a todos los que se encontraban a su paso— para tomar la última de las habitaciones.

—¡Esta es mía! —proclamó al posar su mano en la perilla.

—¡Eres un niño! —gritó Cassie, ganándose la risa desenfrenada de Brennan—. ¡¿Y tú de que te ríes?!

—De lo chillona y molesta que eres —respondió al estirarse—. Descansen, nos veremos en la noche. Dicen que en Everard hay un hermoso lugar para pasarla bien.

—Te acompañaré —respondió Castiel.

Sin entender lo que decían ingresé a la habitación con Castiel, descubriendo una pequeña cama con polvorientas sábanas. Dos pequeñas ventanas eran el puente entre la iluminación y la oscuridad, sin mencionar que era nuestra única ventilación visible.

—Merde y más merde... no puedo creer que cobrara tanto por esto.

—Al menos tenemos un techo Castiel, deja de quejarte —regañé al sentarme y dejar caer mi húmedo morral de cuero en el suelo. De seguro todo el contenido estaba empapado por lo que ni siquiera me molesté en revisar.

—Iré a secarme el cabello, Ilora, no soporto esto.

Sin decir más, abandonó la habitación. Lo cierto era que esto no era tan malo, estábamos acostumbrados a más "comodidades " con eso de ser invitados a los reinos en mi nombre, pero tener una cabaña con ese estilo me recordaba un poco más a mi vida "normal" en mi mundo.

La lluvia no cedía y el frío me consumía tanto que no pude evitar tomar las sábanas y abrazarme con fuerza. De mis labios salía un humo blanquecino en cada exhalación y mis dientes castañeaban con fuerza... estaba segura que si hubiese pasado una hora más bajo la tormenta, hubiese muerto de hipotermia.

Empezaba a cerrar los ojos cuando la silueta de un atrevido Castiel apareció en el umbral.

—Estar seco se siente bien —respondió tras varias horas de haberse ido.

Sin camisa que cubriese su pecho y abdomen, un pantalón de cuero largo que delineaba sensualmente sus piernas y sus cabellos, que empezaban a crecer unos centímetros, cayendo por su nuca y cubriendo un poco sus ojos por la humedad, Castiel no era la imagen que querías ver antes de dormir. Y no por ser desagradable, sino todo lo contrario.

Alhaster no estaría feliz escuchándome.

—¿No quieres darte una ducha y secarte?

—¿T-te parece que estoy en con-condiciones de secar-carme? —Intenté responder, pero mis dientes me traicionaban. Eso, o mis nervios. No podía estar segura de cuál de ellos era el culpable.

CDU 3 - La elección de Cassiodora [BORRADOR COMPLETO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora